En un
estudio histórico de las fluctuaciones sufridas por la población en el encuadro
geográfico de lo que fue y es el territorio boliviano, el punto de partida no
puede ser otro que el de la civilización tiahuanacota.
Si se ha de aceptar la interpretación de calificados hombres de
ciencia sobre las ruinas más antiguas que existen en nuestro país, se llega a
la importante conclusión de que las grandes edificaciones pétreas de Tiahuanacu
no pudieron hacerse sino con el concurso y esfuerzo de un gran número de
trabajadores movilizados por un espacio de tiempo suficientemente dilatado. La
conclusión paralela es que en tiempos de esa
civilización el altiplano boliviano y zonas adyacentes contenían una muy
numerosa población.
El origen, desarrollo y fin de la civilización
tiahuanacota está envuelta en el más absoluto misterio. Igualmente lo que
ocurrió con su población.
La Historia, la Arqueología y la Antropología encuentran como
pobladores del territorio que hoy es Bolivia, incorporados al Imperio Incaico,
en el norte del altiplano, a los aymaras (urus, chipayas, omasuyos, pacajes,
sicasicas, curahuaras y carangas), en el sur del altiplano y los valles a los
quechuas (charcas, chicas, yamparas, misques, lipes, clisas), a los chiriguanos
en los contrafuertes andinos del este y sudeste y a numerosas tribus nómadas en
los llanos orientales y sudorientales (mojos, chiquitos, guarayos, yuracarés,
tobas, etc., etc.). Al otro costado, en la costa de Atacama, apenas unas
centenas de urus dedicados a la caza de focas y a la pesca.
Son contradictorios los datos que los cronistas de la conquista
española dan respecto a la población del Imperio Incaico con hegemonía en las
zonas costeras desde Quito hasta el río Maule y penetración en las sierras y
valles del Perú y en la altiplanicie y valles del Collasuyo (hoy Bolivia). Los
cálculos fluctúan entre 12 millones y 6 millones, suponiéndose que de esas
cifras correspondía al Collasuyo una sexta parte. La Oficina Internacional del
Trabajo ha estimado que la población del Collasuyo, a los 50 años de comenzada
la conquista del Perú, era de 800.000 personas.
Si la población de Tiahuanacu desapareció de su centro capitalino y alrededores
en época y por causas desconocidas, los habitantes del Imperio Incaico
sufrieron el trauma y las grandes mermas que les ocasionó el choque de la
civilización europea, que emergía pujante y expansiva de la Edad Media y que,
representada por los españoles, invadió sus dominios en busca de oro y plata y
se adueñó de sus tierras y de su trabajo
tranquilizando su conciencia con la convicción que les daba más que suficiente
compensación al enseñarles la religión del amor al prójimo que salvaría sus
almas del infierno.
Fray Bartolomé de las Casas, en su afán de obtener resultados en su campaña a
favor de los aborígenes de América, cuando publicó su
apocalíptica "Destrucción de las Indias", exageró mucho. Aunque
refiriéndose solamente a la zona de América Central (Tierra Firme e islas)
aseguró que sus compatriotas habían causado ya, en 40 años, la muerte de 12
millones de indios. Esto significaba 375 mil al año, o sea, un poco más de
1.000 por día.
Aunque no era la proporción afirmada por el Padre las Casas, está fuera de toda
duda que la mortandad indígena fue grande como consecuencia
de las prácticas implantadas por los conquistadores y colonizadores
desobedeciendo las humanitarias leyes que dictaban el Rey y su Consejo de
Indias.
Concentrándonos a lo que ocurrió en el Collasuyo, convertido en distrito de la
Audiencia de Charcas, se puede citar cuatro factores como
causantes de las mermas en las poblaciones originarias.
En primer lugar, la utilización de las espaldas
quechuas y aimaras para el acarreo de todo tipo de carga, desde vituallas hasta
cañones, en las expediciones de conquista y durante las guerras civiles entre
los conquistadores. El Virrey Luis de Velasco dijo en carta al Rey, en 1598:
"Son intolerables el trabajo y vejaciones que padecen los indios en las
labores de minas, labranzas, crianzas y trajines de este Reino del Perú y se
van acabando porque todo el trabajo se carga sobre los miserables.... Muchos mueren y otros huyen abandonando tierras, , mujeres e hijuelos. Desde el Cuzco a Potosí están los
villorrios despoblados y casi no se ven indios". Es dato aceptado por los
historiadores que la expedición de Gonzalo Pizarro al País de la Canela costó
la vida a 2.500 porteadores quechuas. La débil llama, único animal de carga que
conocieron los indios, poco podía hacer en su ayuda. La poca fuerza de la llama
también les impidió utilizarla como animal de tiro en
vehículos con ruedas. Se alivió el abuso de las
espaldas indígenas con la introducción posterior de burros, mulas y caballos y
el uso de carretas.
La mita o trabajo obligatorio, principalmente en las minas, establecida sobre
una costumbre similar ya exsitente bajo el Imperio Incaico, ha sido la causa de
mortandad indígena que más ha preoucopado a los estudiosos del coloniaje
hispano. Reglamentada en 1573 para Potosí por el Virrey Francisco de Toledo,
subsistió hasta el final de la dominación española. El reclutamiento de
trabajadores se hacía en 139 pueblos, distantes algunos más de 150 leguas del
cerro de plata. Pese a que la corona trató de mitigar sus perniciosos efectos y teóricamente cada indio mitayo debía concurrir al
trabajo de las minas o ingenios nada más que cuatro veces entre sus 18 y 50
años y cada vez por no más de 4 meses, con descansos intermedios, en su
implementación, según Gabriel René Moreno, fue un trapiche en el que se extrajo
la energía y la vida de una gran parte de las poblaciones indias de la
Audiencia de Charcas.
Reza un documento oficial de 1794: "Vemos que en unos pueblos llevan a los
mismos individuos al turno de la mita cada año y a otros cada dos años. La
repetida continuación de tan duros servicios no sólo
contribuye infinito a la despoblación de las provincias, donde se ven
parcialidades y pueblos exterminados". Debe ser
muy exagerada la afirmación de Gustavo Adolfo Otero en su libro "La vida
social del Coloniaje" cuando dice que en la mita del cerro de Potosí y en
la de los obrajes y la coca murieron 8 millones de indios en siglo y medio.
Pero es de creer a Fray Diego de Mendoza en su "Crónica de la Provincia
Franciscana de San Antonio de los Charcas",
escrita en 1663, cuando sostiene: "Potosí tuvo en su jurisdicción casi 100
mil indios tributarios. Hoy son la mitad menos por el gran consumo de la mita
del cerro y de otras partes".
El tercer factor de despoblamiento en el territorio de la Audiencia de Charcas,
como en otras regiones de América, fueron las pestes
traídas de Europa, especialmente viruela, y contra las cuales los indios, que
nunca las habían sufrido antes, no tenían defensas naturales. El historiador
José Fellman Velarde declara que en el Reino del Perú, en los primeros 50 años del Coloniaje, la tuberculosis ocasionó la
muerte de un 15 por ciento de la población indígena. El Virrey Conde del
Villar, en 1584, mencionó en correspondencia al Rey los estragos que entre los
indios y mestizos estaban produciendo la neumonía y la viruela.
Las mermas no sólo fueron en las razas aimara y quechua de lo que fuera el
Collasuyo. Según el historiador español César Cantú ;os
jesuitas llegaron a reunir 500 mil personas en sus misiones de Moxos, Chiquitos
y el Paraguay. Diez años después de la expulsión de los
religiosos de esa orden no quedaba congregada sino una quinta parte. Los demás
habían vuelto a su existencia primitiva dispersándose en los boques y a orillas
e los ríos, dejando de contarse como elementos útiles
en la sociedad colonial o integrantes de su población.
Los 15 años de lucha de la llamada Guerra de la Independencia del Alto Perú
diezmaron también a los pobladores de lo que iba a ser
la República de Bolivia. La altipampa y valles del antiguo Collasuyo fueron
campos de batalla de los ejércitos realistas destacados desde Lima contra los
ejércitos patriotas que se enviaban desde Buenos Aires. El reclutamiento de
combatientes para uno y otro bando se hacía en el
lugar de origen de los batallones y también en el Alto Perú. Dice un informe de
un capitán inglés al Almirantazgo de su país, en 1818: "Siendo la
infantería en el Alto Perú formada casi enteramente mediante reclutamientos
forzosos de esa desgraciada gente, el peso de la
guerra cae severamente sobre ella". El mismo oficial comunicaba 6 meses
más tarde: "El Alto Perú está tan completamente exhausto que no se pueden
ejecutar operaciones militares sin la mayor dificultad".
A lo anterior hay que añadir el incesante batallar de los guerrilleros
altoperuanos desde Ayopaya, La Laguna, Santa Cruz, Cinti, Porco, Puna,
Vallegrande, Omasuyos, Larecaja, Mizque y Tarija. Para apreciar las bajas que
sufrieron baste el dato de Luis Paz en su "Historia General del Alto
Perú" cuando comenta que de 103 cuadillos 93 perecieron en combates o el
patíbulo, sobreviviendo, al advenir la republica, apenas 9. Es lógico suponer
que las bajas en las huestes combatientes debieron ser
en proporciones similares.
De no existir factores tan adversos desde la Civilización Tiahuanacota y a
través del Collasuyo Incaico y la Audiencia de Charcas en el territorio que iba
a ser patrimonio de la República de Bolivia, esta
nación habría podido nacer a la existencia soberana no solamente con un extenso
territorio, rico en recursos naturales, sino también con una numerosa población
capaz de establecer verdadero dominio en toda su expansión geográfica. Empero,
debido a las causas analizadas, surgió a la vida independiente muy débil en
población. Por lo tanto, incapaz de sacar provecho de su enorme y rico patrimonio
y defenderlo de la codicia de los vecinos.
El primer autor que estudió la realidad geográfica y
poblacional de la república, José María Dalence, expresó en 1851, en su
"Bosquejo Estadístico de Bolivia": "Tiene de superficie 53.218
leguas cuadradas. Abraza, por consiguiente, dos veces la extensión territorial
de Francia, tres veces la de España, tres veces la de Italia, cinco veces la de
Gran Bretaña, trece veces la de los Países Bajos.
De esta superficie tan vasta, las tres cuartas partes
a lo menos y sin disputa las mejores y más fértiles, están despobladas e
incultas".
Jaime Mendoza en su ensayo sobre "El Factor Geográfico en la Nacionalidad
Boliviana" comentó que "Cuando nació Bolivia no alcanzó a ocupar todo
el marco geográfico que le había trazado la naturaleza
para que fuese un estado robusto y grande".
Alcides d'Orbigny, refiriéndose a las riquezas potenciales del país comparó a
Bolivia con "un pordiosero sentado en una silla
de oro" (1831). El informe de la Misión Técnica de las Naciones Unidas que
estudió la realidad boliviana en 1951 manifestó que esa
frase de d'Orbigny era justificada por el "violento contraste que todavía
existe entre la pobreza del pueblo y del gobierno y la indiscutible riqueza del
país en su herencia de recursos naturales".
Se calcula que en los 1.800.000 kilómetros cuadrados (en cifra redonda) que
tenía Bolivia al emerger como república habitaban
cerca de un millón de personas (978.126 según José María Dalence), o sea, en
una proporción de menos de un habitante por kilómetro cuadrado.
El Mariscal Antonio José de Sucre defendió el derecho de su existencia
independiente comparando su situación con la de los habitantes de las provincias argentinas argumentando de esta manera en
carta al Libertador Simón Bolivar: "Salta, Córdoba, Tucumán, La Rioja,
Santa Fe, etc., etc., no tienen sus gobiernos independientes y soberanos? Por
qué, pues, una provincia con 50.000 almas ha de ser
allí gobernada independientemente y federada y cinco departamentos con más de
un millón de habitantes no han de congregarse y tener un gobierno provisorio,
mientras ver si se concentra el gobierno general?".
El primer censo realizado en Bolivia fue bajo la
administración del Presidente Andrés Santa Cruz, el año 1831. Dió la cifra de
1.088.768 habitantes.
En años posteriores, se efectuaron otro censos con estos resultados:
Segundo Censo 1.060.777 Gobierno Santa Cruz, 1835.
Tercer Censo 1,378.896 Gobierno José Ballivián, 1845.
La exactitud de tales empadronamientos es discutible.
Primeramente, porque la operación se hacía sin técnica apropiada y sin cubrirse
todo el territorio nacional. En segundo lugar, porque en las razas indígenas se
producían ocultaciones por temor a que el censo tuviese por objetivo
reclutamientos militares o cobro de impuestos. Finalmente,
porque la cifra dada a las tribus de salvajes del oriente se hacía con mero
cálculo aproximativo, que podía estar muy errado. Esto ocurrió, por ejemplo, en
el Cuarto Censo, año 1854. Se calculó en Él, que los salvajes alcanzaban a
760.000 almas, cuando lo más probable era que no pasaban de 100.000.
Dicho censo, que arrojó un total de 2.326.126 con los 760.000 salvajes cuya
existencia se suponía en el Beni, Santa Cruz y el Chaco, debía haber reducido
su estimación a la cifra conservadora de 1.666.126, asumiendo que los salvajes
podían ser apenas 100.000. Así lo sostiene José María
Dalence en su "Bosquejo Estadístico".
La escasa población boliviana se concentró en el macizo andino por tradición
Tiahuanacota y collasuyana y por haber heredado del coloniaje español el hábito
de tener como actividad económica principal la
explotación de minerales en los Andes. La costa de
Atacama, las selvas del norte, los llanos del oriente y en general las
fronteras con los cinco países vecinos quedaron como áreas marginales
desatendidas, con muy escasa o ninguna población. Tales vacíos fueron llenados
por las naciones colindantes.
Alcides d'Orbigny, que estuvo en el lugar en 1831, calculó que en costa de
Atacama apenas vivían unos mil indios uros, llamados
también changos, desparramados en 200 kilómetros. No tenían ninguna conexión
anímica ni material con el resto de la población
boliviana. En los comienzos de la vida republicana, por falta de población de
origen boliviano, el Mariscal Andrés Santa Cruz que volvía de Santiago a
Chuquisaca a ocupar la silla presidencial, trajo consigo al puerto de Cobija,
62 chilenos para darle algún aliento de vida. No se percató que estaban
iniciando lo que iba a ser una invasión de elementos
de esa nacionalidad que acabarían por adueñarse de nuestro Litorial oceánico.
En 1879, cuando comenzó la conquista chilena de ese territorio con la ocupación
de Antofagasta, de 6.000 habitantes que tenía ese puerto, 5.000 eran chilenos,
400 de otras nacionalidades y sólo 600 bolivianos. En Caracoles, segunda
población en importancia del litoral boliviano, el 95 por ciento eran chilenos,
1 por ciento de otros países extranjeros y apenas 4
por ciento bolivianos.
Con estas cifras cobra valor la apreciación que han
hecho varios autores en sentido de que Bolivia, aún antes de la Guerra del
Pacífico, había dejado de poseer efectivamente su litoral. Desde décadas antes
estaba ya ocupada por una abrumadora mayoría de ciudadanos del país que buscaba
su anexión por medio de pronunciamientos o la fuerza
de armas. Bolivia siempre tuvo una posesión muy precaria del litoral atacameño.
Sus ciudadanos preferían quedarse encaramados en las alturas, dedicados a la
minería de la plata y el estaño, abandonando las riquezas de guano, salitre,
cobre y plata de ese territorio en manos extranjeras. Los gobiernos no supieron
fomentar asentamientos de pobladores bolivianos en ese confin patrio creyendo
que la presencia de unos pocos funcionarios públicos y más pocos guardianes
policiales era suficiente para garantizar su bolivianidad y conservación.
En el Acre el fenómeno fue similar. El norte del Beni, precisamente por no
tener población boliviana, lo utilizaban los gobiernos como
región de aislamiento de los desterrados políticos, el temido
"Guanay", la "Siberia Bolviana" como la definió un
diplomático británico en 1853. A partir de 1880, el Acre se fue convirtiendo en
una de las regiones más apetecibles para la codicia
humana por sus riquezas en quina, almendras y sobre todo caucho. El vacío
poblacional boliviano lo fue llenando una inmigración brasileña que subía por
los tributarios del Amazonas. El gobierno federal de Río de Janeiro fomentó ese
desplazamiento para dar nuevos medios de vida a las gentes que sufrían la
pérdida de sus cosechas por la gran sequía de la
provincia Ceará. "En 1900, según lo afirma el escritor F.W. Ganvert, en el
territorio del Acre estaban asentados 60.000 brasileños".
Es conocida la historia de lo que ocurrió durante los años siguientes. No
pudiendo hacerse del lado de Bolivia una ocupación poblacional que
contrarrestase la invasión brasileña, se quiso entregar el fomento de la zona a
colonizadores extranjeros. Ya en 1844 había fracasado
la "Franco Bolivian Co.", que tenía la obligación de
traer inmigrantes belgas en una proporción de 50 familias por año. En 1902, el
"Sindicado Anglo-Norteamericano" organizado en Londres, tampoco pudo
llegar a concretar alguna acción en el terreno y se disolvió luego de recibir
una indemnización de 115.000 libras esterlinas que le entregó el gobierno de
Río de Janeiro. El gobierno boliviano, luego de débiles esfuerzos militares
para recuperar dominio en su lejana frontera norte, acabó abandonándola
definitivamente en poder del Brasil al recibir otro pago, de dos millones de
libras esterlinas. El Tratado de Petrópolis (1903) no hizo sino formalizar la
posesión brasileña de un territorio que legalmente era boliviano, pero en el
que la población era brasileña en un 99 por ciento.
La historia de la Guerra del Chaco es uno de los
dramas de mayor magnitud sufridos por Bolivia. El conflicto bélico con el
Paraguay le cayó encima como una fatalidad, en
circunstancias de extrema penuria fiscal. NO obstante ello, sacando fuerzas de
su flaqueza, logró movilizar en los tres años de la guerra hasta un total de
200.000 personas de su juventud india, mestiza y blanca con el arma al brazo,
en un gigantesco esfuerzo por mantener ese girón de la patria dentro del
patrimonio nacional. El clima candente, el hambre, la sed, la metralla y las
pestes robaron la vida a una cuarta parte. El resto volvió a sus
hogares con el corazón ahíto de amargura y la conciencia de que había sido
víctima en un holocausto inútil por garrafales errores de sus conductores
civiles y militares.
La pérdida de 120.000 kilómetros cuadrados en la Guerra del Pacífico, de
188.000 en la del Acre y de 240.000 en la del Chaco, más los 150.000 que regaló
el déspota Mariano Melgarejo al Brasil en el tratado de 1867, han reducido el territorio boliviano en un total de 698.000
kilómetros cuadrados, de los 1,796.581 que tuvo como patrimonio territorial al
nacer a la vida republicana a los 1.098.581 que posee en la actualidad.
Nunca se ha hecho una estimación de lo que Bolivia perdió en la población al
ceder esos territorios. No ha podido ser mucho, ya
que, como se ha dicho antes, la causa principal de su desgarramiento fue la
poca vida boliviana en los mismos.
Desgarrado el patrimonio territorial boliviano y retardaría la nacionalidad
hacia el macizo andino como buscando fuerzas para su
supervivencia en la influencia telúrica de las montañas y la tradición de las
hegemonías de Tiahuanacu y Charcas, habría que suponer que la codicia de los
vecinos ha sido saciada y se respetarán las nuevas fronteras del país. Al mismo
tiempo, cabe pensar que con la dolorosa experiencia de su historia, Bolivia
consolidará su heredad geográfica no sólo en el centro sino también en los
bordes, no únicamente con centinelas militares, sino a la vez con vigorosos
asentamientos de población, mediante una racional y efectiva política
encaminada al logro de tan supremo objetivo. "La soberanía - ha dicho uno de nuestros escritores - no es cuestión de unos cuantos
soldados mal armados y peor vestidos y alimentados. Igualmente, si estuvieran
bien armados, vestidos y alimentados no serían garantía de soberanía. ... Si
esto fuese así, la solución del problema de nuestras fronteras sería muy
sencilla. Bastaría con reforzarlas militarmente".
El autor norteamericano Lewis A. Tambs, en su estudio de los factores
geopolíticos en la América Latina ha opinado en estos términos: "En el
área ocupada por la antigua Audiencia de Charcas está el corazón del continente
sudamericano. Ese "heartland", es decir, Charcas, compacto,
centralmente localizado, rico en recursos, temperado en clima, inmune a ataques
marítimos y dominando las cabeceras de agua de los dos
mayores sistemas del continente - el Amazonas y el Plata -, como también
controlando las rutas aéreas transcontinentales directas y diagonales, llena
todos los requisitos para ser un área pivote. En tiempos precolombinos, el
altiplano actuó como centro de poder de los grandes
imperios aymara e inca.
Durante el Coloniaje Hispano, los conquistadores marcharon desde Charcas para
colonizar Chile, el Chaco y Tucumán, El Alto Perú permaneció como
nervio central del poder español en Sud América".
Viscachani
La corriente migratoria procedente del
norte que invade los Andes huyendo de las rigurosas
condiciones climáticas debidas a las últimas glaciaciones desarrolla una
cultura incipiente. A este período pre-cerámico y pre-agrícola corresponde la industria lítica de Viscachani; pero en una
etapa ulterior los pueblos cazadores desarrollaron una cultura relacionada con
la arquitectura rupestre. A los pueblos cazadores siguen los pescadores que
usaron embarcaciones de totora, cuyos remanentes quedan en el lago Titicaca.
Sus descendientes son los Urus y los Chipayas.
El período denominado arcaico se caracteriza por el
descubrimiento de la agricultura y la ganadería. Así muchos grupos humanos
abandonan las cuevas y resguardos rocosos para
construir viviendas muy rudimentarias. Al final de este período, entre los años
2.500 a.C. y 1.500 a.C., se inventa la textilería y la
cerámica, y comienza el desarrollo de la arquitectura.
Las primeras
culturas del formativo en el altiplano: Wankarani y Chiripa
En el segundo milenio antes de Cristo, aparecen las
primeras aldeas. A este momento se le denomina Formativo,
etapa de dos culturas importantes, una altiplánica: wankarani; y otra lacustre:
chiripa.
La cultura Wankarani se desarrolló en torno al Lago
Poopó. Su antigüedad se remonta al año 1.200 antes de nuestra era y pervive
hasta el siglo segundo después de Cristo. Establecida en una región de puna no
llegó a desarrollarse plenamente manteniendo su estado de tipo aldeano hasta
sucumbir al influjo de la expansión tiahuanacota Su economía se basó en el
pastoreo de camélidos. Sus aldeas están situadas sobre montículos con casas de
planta circular. No hay restos de construcciones correspondientes a centros
religiosos; tan sólo se han encontrado cabezas de
llamas, talladas en piedra, que responden a una concepción religiosa.
La cultura Chiripa se ubica en la península de
Taraco, sobre el lago Titicaca donde hay un montículo artificial sobre el que
se encuentran varios recintos dispuestos en torno a un templete
semisubterráneo. Estos recintos tienen paredes dobles. Chiripa se ubica en el
siglo XIV antes de Cristo y dura hasta los primeros
años de nuestra era. En un momento es coetánea a Tiahuanaco.
Tiahuanaco.
Esta cultura ha sido dividida en tres
grandes épocas : Período Aldeano, Período Urbano y
Período Imperial. El primer período, contemporáneo a
Wankarani y Chiripa, se inicia hacia 1200 a. C. y dura hasta el siglo I de
nuestra era cuando se produce en Tiahuanaco un cambio radical que los
estudiosos llaman "revolución urbana". Una de las
principales características de la ciudad en formación es la presencia de
centros ceremoniales junto a los cuales existe una población estratificada en
clases sociales; las tierras aledañas a estos centros se cultivan por medio de
"suka-collos " o zanjas que permiten retener el agua de las lluvias
para asegurar el cultivo en tiempo seco.
El período urbano dura hasta el siglo séptimo de
nuestra era cuando se inicia la expansión del estado tiahuanacota, comenzando
así el período imperial. Hay zonas estrechamente relacionadas con Tiahuanaco, como Wari, cerca de Ayacucho(Perú), ciudad que cayó bajo el
dominio de Tiahuanaco y que llegó a ser uno de los centros más poderosos de la
expansión tiahuanacoide. Tiahuanaco se expandió al sur sobre el desierto de
Atacama y Cochabamba, llegando hasta el norte de la
actual república Argentina.
La ciudad de Tiahuanaco tenía dos centros
ceremoniales: Akapana-Kalasasaya y Puma-punku. Akapana es una pirámide
artificial conformada por plataformas sucesivas, desde ella se divisa el
conjunto de Kalasasaya y el Templete Semisubterráneo.
En el siglo VIII de nuestra era, Tiahuanaco se
expande políticamente sobre la base de los enclaves preexistentes, esta
expansión se evidencia por la difusión de los símbolos y elementos
tiahuanacotas que aparecen en la cerámica y los textiles de todo ámbito
conquistado.
En el siglo XII el colapso es inevitable,
probablemente por causas internas de tipo socio-económico y a la región donde
floreció Tiahuanaco migran varios grupos aimaras.
Los Collas y la
Confederación Charca
Desaparecido el Imperio Tiahuanaco, la
región quedó fragmentada en varias etnias aimaras que conviven con los urus
quienes en un momento tuvieron el dominio de la cuenca
lacustre. Estos aimaras se caracterizan por sus
necrópolis compuestas por tumbas en forma de torres-chullpas. Existen también
algunas fortalezas denominadas pucaras.
El modelo por el cual se regulaban estas etnías es el
de verticalidad o control de los diversos pisos ecológicos que sostienen su
economía de subsitencia. Ningún grupo humano necesita tanto de sus relaciones
con la costa y con los valles como los pueblos aimaras
del altiplano, por esta razón cada centro de la puna controlaba por medio de la
colonización zonas periféricas situadas a diferentes alturas y con climas
varios.
A mediados del siglo XV el reino Colla conservaba un
extenso territorio con su capital Hatun-Colla. El inca Viracocha incursionó en
la región, pero quien lo conquistó fue su hijo Pachacutec, noveno Inca.
Así como al norte se
encontraban los collas, al sur estaba la Confederación Charca que tenía dos
grupos: los Carangas y Quillacas en torno al lago Poopó, y los Charcas que
ocupaban el norte de Potosí y parte de Cochabamba. Ambos, Charcas y Collas,
eran de habla aimara.
La cultura material de los
Carangas presenta extensas necrópolis o chullpares algunos de los cuales
conservan todavía restos de pintura en sus muros exteriores. Una vez que los
carangas fueron conquistados por los incas, Huayna Capac los llevó a trabajar
al valle de Cochabamba como mitimaes.
El señorío denominado Charca, al que estaban adscritos Cara-caras y Chichas, fue conquistado por los
incas en tiempo de Tupac Inca Yupanqui y llevados a la conquista de Quito. Por
su parte el pueblo de los Caracara era tan belicoso como
el Charca y aún más, en su territorio tienen lugar aún hoy día las luchas
denominadas "Tinkus”.
Los urus y los
chipayas.
Los urus son anteriores a los pueblos agricultores y
ocupan la cuenca fluvial y lacustre del altiplano.
Linguísticamente emparentados con los Chipayas, coexisten con los aimaras y los
incas, y perviven durante la dominación española, llegando hasta
nuestros días. En el delta formado por la desembocadura del río Lauca sobre el
lago Coipasa viven los Chipayas; este pueblo, originalmente fue de origen
lacustre, aunque hoy también practica, en pequeña escala, la agricultura.
La historia incaica
Los Incas emergen hacia el siglo XII de
nuestra era después del colapso de Tiahuanaco. Los primeros
Incas son legendarios, sobre todo la figura de Manco Capac que está inmersa en
la leyenda. La expansión del señorío cuzqueño tiene lugar a partir de Viracocha,
octavo Inca. Esta expansión se efectiviza con Pachacutec, quien entra ya en el
período histórico con cronología y hechos bien especificados. A este monarca le
siguen Tupac Inca Yupanqui que consolidó la conquista
del Collasuyo penetrando en la altiplanicie, por la región de Carangas, a
través de Chile. Fue por el valle de Camata, al este del lago Titicaca, que se
ingresaron a las estribaciones de la cordillera amazónica. Un testimonio local
de principios del siglo XVII recuerda que la ayuda de los indios Callahuayas
fue decisiva. A la muerte de Tupac Inca Yupanqui heredó el Imperio su hijo
Huayna Capac, quien visita el imperio organizado una expedicion rumbo al
Collasuyo, así el inca en persona llegó hasta los Charcas estableciendo
Cochabamba como centro para la repartición de
mitimaes. En el año de 1522, cuatro años antes de que Pizarro llegara al Perú,
es cuando al imperio de los incas llagó, desde el sur-este, un contingente de
indios guaranís que cerca de cerca de Samaipata se encontró con la frontera del
Imperio Incaico. Huayna Capac fue anoticiado, y después de contener a los
invasores, conocidos como Chiriguanos, y de terminar
las guerras en el Chinchasuyo, muere dejando dividido el Tahuantinsuyo entre
dos de sus hijos: Atahuallpa y Huascar.
Los
conquistadores del Perú
Francisco Pizarro, socio de Diego Almagro,
sale de Panamá en 1531 rumbo al sur, llegado a la costa del Perú. En Cajamarca
vence a los incas (1532) y ordena la muerte de Atahuallpa. Anoticiado el
Emperador Carlos V de esta conquista, divide el territorio entre Pizarro y
Almagro, pero las desaveniencias entre ambos hicieron que Pizarro proponga a Almagro la exploración de la parte meridional.
Los hombres de éste, al mando de Juan de Saavedra, penetran en el actual
territorio de Bolivia fundando Paria y Tupiza.
La conquista dio lugar a
grandes abusos por lo que se emiten las Ordenanzas de Barcelona que iban
dirigidas a reprimir los abusos.Los conquistadores
piden a Gonzalo Pizarro, que entonces se hallaba en Porco, que los encabezase
en contra de las disposiciones del rey. Conocida en España la rebelión
pizarrista el Emperador envió al Perú a Pedro de la Gasca quien derrotó a
Gonzalo Pizarro.
La Audiencia de
Charcas
Apaciguados los ánimos se crea la Real Audiencia de
(1559) dependiente del Virreinato del Perú. Este organismo constaba de cinco
oidores y un presidente. Sus límites quedaron definidos en el norte hasta el
Collao (Ayaviri y Asillo); al noroeste por las provincias de Moxos, al este y
sudeste las tierras de Chiquitos y el Chaco Boreal; más las jurisdicciones de
Tucumán, Juries y Diaguitas. En el sur, pertenecía a Charcas el Desierto de
Atacama. En el siglo XVII (1617) estos límites fueron reducidos, quitando de la
Audiencia de Charcas el gobierno del Río de La Plata.
La Audiencia dependió del
Virreinato del Perú hasta 1776, fecha en que pasó a
formar parte del Virreinato del Río de La Plata.
Fundación de ciudades
A la conclusión de las guerras civiles La Gasca encomendó a Alonso de
Mendoza la fundación de Nuestra Señora de La Paz, lo que se realizó en octubre
de 1548, en el pueblo de Laja. El sitio elegido para la nueva ciudad, era el
valle de Chuquiabo . Previamente Diego Centeno había fundado la ciudad de la
Plata en Chuquisaca (1540).
El año de 1545 el indio Diego Huallpa encontró
yacimientos de plata en el Sumac Orco o Cerro de Potosí. A partir de entonces,
al pie del cerro, se alzó un campamento, que años mas tarde se consagraría como ciudad la que fue ocupada principalmente por mitayos y
azogueros (dueños de minas). Como para extracción de la plata era necesario el
azogue (mercurio) el cual se traía de Huancavelica (Perú) se formaron bandos
entre los mineros ricos que eran los Vascongados, y
los mineros de menores recursos llamados Vicuñas. Estos agrupaban a
castellanos, andaluces y criollos. Estos bandos derivaron en luchas callejeras
y hechos de sangre que duraron durante todo el primer
tercio del siglo XVII.
En tanto en el valle de Cochabamba Ruiz de Orellana
compraba tierras a los caciques de Sipesipe, tierras sobre las que se fundó la
Villa de Oropesa el año de 1571. En1574 el Virrey Toledo encarga
al Capitán Don Luis Fuentes la fundación de una villa en los términos y región
de los chiriguanos en el valle de Tarija. En el altiplano Don Manuel Castro de
Padilla(1606), fundó la ciudad de Oruro en el asiento minero situado en tierra
de urus. Finalmente en 1622 1622 quedó consolidada la fundación de Santa Cruz
de la Sierra, que ocupó al sitio de San Lorenzo de la Barranca.
Obispados y fundación
de la Universidad de Chuquisaca
La iglesia durante del virreinato desempeñó un
importante papel a través de sus dos ramas; por un lado las órdenes regulares como franciscanos, jesuitas, dominicos, etc, y por otro, a
través del clero secular que dependía de los obispos. El primer
Obispado se fundó en de la ciudad de La Plata (1552), años después, en1605, se
erigió el obispado de Nuestra Señora de La Paz conjuntamente con el obispado de
santa Cruz que tuvo su sede en Arani.
El año de 1624 el padre Juan de Frías Herrán fundó la
Universidad sobre el colegio jesuita. Siete fueron las
primeras cátedras: dos de teología, una de moral, una de artes, dos de latín y
una de aimara. La facultad de Cánones o Derecho se fundó en 1681. En el siglo
XVIII se creó, adjunta a la Universidad, la Academia Carolina.
Cacicazgos.
Se respetaron los cacicazgos y los derechos de los
caciques indígenas.; quienes obtuvieron privilegios a cambio de los cuales
estaban obligados a llevar a Potosí el número de mitayos establecido, ayudar en
el cobro de tributos y dar, por medio de sus indios,
servicio en los tambos. Los caciques fueron la pieza fundamental de la
colonización pues se constituyeron en el nexo indispensable entre las poco
numerosas autoridades españolas y la gran masa indígena.
Los esclavos
Cuando los españoles llegaron a América la esclavitud
era una institución ya establecida. Carlos V concedió “licencias” para
introducir esclavos en las Indias. Al subir al trono Felipe II casi todo el
comercio, compartido con ingleses y holandeses, pasó a manos de portugueses que
compraban a los esclavos negros en la costa occidental de África. A la
Audiencia de Charcas llegaron procedentes principalmente de Angola y del Congo.
Los esclavos eran llevados hasta Panamá donde los
embarcaban rumbo al Callao (Perú), que era el punto de distribución para todo
el virreinato. Al fundarse el Virreinato de Buenos Aires se habilitó este
puerto que era mas directo a Potosí.
La mayor parte de los esclavos llegados a la
Audiencia de Charcas se los destinaba a trabajos domésticos y de servicio. Se
intentó introducirlos en el trabajo de las minas pero
su mortandad era tan grande que no se siguió con este criterio.
Los estratos sociales
Al terminar la conquista sólo
existía la clase de los vencedores, o sea los hidalgos, soldados y
encomenderos, y la de los vencidos, o sea el pueblo indígena. De la mezcla
nació la clase mestiza que se dedicaba especialmente a los oficios artesanales como carpintería, zapatería, platería, herrería, etc. En el
siglo XVI no vemos a esta clase ocupar papel alguno; pues desempeñaba puestos
subalternos en una sociedad donde la graduación era: español peninsular,
criollo o español nacido en América, indígenas nobles, mestizos, indios y esclavos.
Economía
Al descubrirse las minas de Porco y luego las del
cerro de Potosí, la economía del altiplano radicó exclusivamente en la
explotación minera de la plata. En el XVI esta economía se centró en torno a la
villa de Potosí. Esta ciudad monoproductora concentraba en sí la mejor parte de
la producción agrícola del país. Consumía la coca de los
Yungas de La Paz, la yerba mate del Paraguay y el trigo de Cochabamba,
Chuquisaca y valles circundantes.
En la economía de esos años no cabe la industria, aunque
podemos citar algunos ejemplos como los de obrajes,
especialmente en La Paz, que instalados desde 1563 proveían de tela y ropa a
toda la región.
El Virrey Francisco de
Toledo:
la mita, las encomiendas y las
reducciones.
El Virrey Francisco de Toledo visitó toda su
jurisdicción llagando hasta Potosí, allí construyó la
Casa de Moneda y las lagunas para la molienda hidráulica del mineral. Así mismo
reguló la mita en base al sistema incaico que había encontrado. La mita
consistía en el servicio obligatorio y escasamente remunerado que, en plazos de
cuatro meses y por turno, debían prestar los indígenas del Perú en las minas.
Esta dura reglamentación, a través del tiempo, se convirtió en semillero de
abusos. El Virrey Toledo durante su gobierno (1569-1581) hizo la tasa, o censo,
de los indígenas y los sujetó, además de la mita, a tributo.
Uno de los aspectos importantes de la política de
Toledo fueron las reducciones, que consistían en reunir en un solo pueblo las
aldeas prehispánicas dispersas.
Toledo ya encontró la encomienda establecida, sistema
que se había creado para beneficiar a los conquistadores que fueron fieles el
rey .Se les otorgaba una cantidad de tierra con los indígenas en ella
incluídos. Los encomenderos estaban obligados a cristianizar a estos indígenas. La encomienda, después del levantamiento de
Gonzalo Pizarro se adjudicó solo por dos vidas.
Las misiones jesuitas
en Moxos y Chiquitos
Los padres Pedro Marbán y Cipriano Barace fueron
destinados a la conquista espiritual de los moxos. Se
trasladaron de Lima a Santa Cruz y de allí, en 1675, por vía fluvial,
remontaron el Guapay hasta las tierras de moxos. En 1682, fundaron la misión de
Nuestra Señora de Loreto. Barace regresó a Santa Cruz desde donde llevó200
cabezas de ganado vacuno a la región del Beni. El año de 1686 fundó la misión
de la Santísima Trinidad a orillas del Río Mamoré, hoy capital del departamento
del Beni.
El Padre Arce partió de Santa Cruz, con intención de
llegar hasta el río Paraguay, para reconocer las tribus chiquitanas que
habitaban esta región y visitar las recién fundadas
misiones chiriguanas. En esta expedición fundó San Francisco Javier, primera
reducción levantada en tierras de Chiquitos. La organización y construcción de las misiones se debió, en gran parte, a jesuitas
centroeuropeos entre los que destaca el padre Martin Schmidt. Estas misiones se
desarrollaron en siglo XVIII, pero fueron truncadas a raíz de la expulsión de
los jesuitas el año de 1667.
Los prolegómenos de la
independencia
Antes de finalizar el siglo XVIII el sentido independentista se había encausado en el movimiento
indigenistade 1781. Este levantamiento, abarcaba todo el virreinato, reuniendo
en torno a él a gran número de caciques. En Charcas lo secundaron los tres
hermanos Catari, en la región de Chayanta (Potosí), y Tupac Catari en La Paz,
que sitia la ciudad durante varios meses. El fatal desenlace de la rebelión con
la muerte de los principales cabecillas es bien
conocido.
Después de la rebelión los días del Imperio Español en
los Andes estaban contados, pues a la rebelión se añadieron algunos hechos que
llevaron a su fin el régimen constituído; entre ellos
está expulsión de los jesuitas (1767) que dejó desguarnecidas las misiones de
Moxos y Chiquitos. Asimismo quedó fuera de la tutela de la orden jesuítica la
Universidad de San Francisco Xavier, donde se gestó la doctrina que sentó las
bases de la rebelión en Charcas.
La entrada de los Borbones
había significado un cambio en el gobierno de las Indias, sin embargo ese
cambio no se hace tan palpable hasta Carlos III cuyas reformas tienden a
mejorar la administración en América, pero éstas sustituían un régimen de
poderes distribuídos por un sistema centralizado. Los corregimientos fueron
sustituídos por las intendencias, quedando la Audiencia solo con el poder
jurídico.
Esta era la situación política en los últimos veinte
años del siglo XVIII; cargada de reformas y separada de su pasado inmediato, la
sociedad de Charcas no sobrellevó bien el cambio y se vio ante un proceso que
la llevó hasta la independencia total.
La
independencia y la consolidación de la república
Si bien la independencia norteamericana y los ideales
de la Revolución Francesa influyeron en la emancipación, su influjo fue
accidental y obró solo como estimulante en una
sociedad cuya disgregación ya estaba en marcha.
El año de 1808 Napoleón invade España y el rey Carlos
IV abdica en favor de su hijo Fernando VII. En 1808 se reúne las Cortes de
Cadiz que tenían una inspiración liberal y que intenta conseguir la adhesión de las provincias americanas, para lo que envía a Charcas a
Goyeneche. El objetivo no tuvo éxito, así como la
pretensiones de Carlota de Braganza que intentaba anexionar Charcas al Brasil.
La misión de Goyeneche fue el detonante que produjo
una inmediata reacción en las Oidores de Charcas y que precipitó el
levantamiento Chuquisaca en mayo del 1808, seguido inmediatamente por el de la
Paz, en julio del mismo año, el cual fue duramente
castigado.
Charcas después de las
violentas represiones de 1810 queda en manos de las guerrillas por un lado y de
los realistas por otro. Entre los guerrilleros hay que
destacar la actuación de Juana Azurduy de Padilla en la zona de Chuquisaca,
Warnes en Santa Cruz, y Lanza y los guerrilleros de Ayopaya en la zona de la
Paz y Cochabamba. Hay un intento de liberar a la Audiencia desde Buenos Aires,
pero los cuatro ejércitos auxiliares que se envían
fracasan. A partir de ese momento el Alto Perú, actual república de Bolivia,
queda aislada como reducto del poder hispánico hasta
la llegada de ejércitos libertadores, y son solo las guerrillas las que
mantienen la guerra. Por su parte el ejército realista
estaba dividido entre liberales y absolutistas, vale decir entre aquellos que
acataban las directivas de Cadiz y los que se plegaron al rey Fernando que
había optado por el absolutismo. En el primer grupo
estaba el Virrey La Serna y el general Valdez, en tanto que Pedro de olañeta
era partidario del rey y del absolutismo.
Esta era la situación el año de 1821 cuando Bolívar,
después de las batallas de Boyacá y Carabobo emprende
su gran sueño: la libertad de América. Atravesando Colombia llega
a Quito encomendando su ejército al Grl. José Antonio de Sucre, quien vence en
Pichincha. En esta batalla estuvo el Mariscal Andrés de Santa Cruz.
Después de la reunión en Guayaquil (1822) con San
Martín, Bolívar bajo hasta Lima donde fue recibido con cierto recelo. El Virrey
la Serna se había retirado a Cuzco. Es entonces que el general Pedro de Olañeta
que controlaba el Alto Perú se rebela. Valdez va a enfrentársele; Olañeta se
retira al sur, hasta Cotagaita, donde es asesinado. Con su muerte el camino a
la Audiencia de Charcas, conocida entonces como Alto
Perú, que expedito.
El mismo año que muere
Olañeta se dan las batallas de Junín y Ayacucho, y Bolívar decide enviar a
Sucre para liberar al Alto Perú.
Antes de su muerte el general Olañeta había enviado a
su sobrino Casimiro y conseguir refuerzo de armas, éste desvía su camino y sale
al encuentro de Sucre que con sus tropas se aprestaba a ocupar el Alto Perú.
Ambos se encuentran en el Desaguadero, ambos cabalgaron rumbo a la ciudad de la
Paz donde se emitió el decreto del 9 de febrero que pide que las provincias
altoperuanas decidan su destino. Mucho se ha escrito sobre la influencia que
pudo tener Olañeta sobre Sucre para que el decreto se emitiera en esta forma;
en todo caso, Sucre vio a través de él el deseo de autonomía que tenían los
altoperuanos.
De acuerdo al decreto se eligieron los representantes
para la Asamblea que tuvo lugar en Chuquisaca, la que estuvo presidida por
Mariano Serrano. Olañeta participó en la Asamblea, la que por mayoría determinó
que Charcas se separaba tanto del Bajo Perú (antiguo Virreinato) como de las Provincias del Río de La Plata ( que con
anterioridad habían formado el Virreinato de Buenos Aires). El acta se firmó el
6 de agosto de 1825.
Bolívar había cruzado el desaguadero y las poblaciones
en masa salían a recibirlo. El libertador se dirigió a Potosí a cumplir su
promesa de visitar el famoso cerro. Bolívar fue el primer
presidente de Bolivia y durante su mandato promulgó la Constitución Vitalicia
que cuando el libertador abandonó el país, se derogó. En mayo de 1826 el
Congreso encargó el mando de la nación al General Sucre. Durante l gobierno se
Sucre se crearon, en base a las antiguas intendencias, los departamento de
Chuquisaca, La Paz, Potosí, Cochabamba, Santa Cruz y Oruro. Confiscó parte de los bienes de la Iglesia Católica y expulsó a los miembros
de las órdenes religiosas, con excepción de los franciscanos. Esta medida le
trajo el rechazo de la iglesia y de los sectores conservadores, por otra parte,
las tropas colombianas que aun se mantenían en Bolivia sin una función aparente
estaban descontentas, llegando a sublevarse el destacamento de Voltígeros. Por
otra parte la manutención de estas tropas era muy onerosa para Bolivia.
En el campo internacional Perú se aprestada para una
guerra con Colombia por lo que le resultaba incómoda la presencia de tropas
colombianas en Bolivia. Gamarra se aproximó a la frontera, ante lo cual Sucre
arregló una entrevista con él, a su regreso sufrió un atentado en el que fue
herido en el brazo. Gamarra entonces avanzó con sus tropas hasta Oruro, las
tropas bolivianas comandadas por Urdininea y Blanco lograron detener a Gamarra
y firman, en 1828, el tratado de Piquiza el cual estipulaba la salida de las tropas colombianas de Bolivia. Sucre renunció al
mando y abandonó el país quedando Pérez de Urdininea como
jefe del consejo de ministros.
Con estos hechos la república de Bolivia quedó,
finalmente, en manos de los bolivianos.
La construcción de la República
La salida del Mariscal Sucre de Bolivia y la presión del
Gral. Agustín Gamarra que tras invadir el país pretendía la anexión de Bolivia
al Perú, abrió un tiempo complejo y altamente inestable en el país en el
periodo abril de 1828- mayo de 1829. Los interinatos del Gral. José María Pérez
de Urdininea y el Gral. José Miguel de Velasco, dieron lugar a la reunión de
una asamblea general en diciembre de 1828 que dejó sin efecto la primera
elección del Mcal. Andrés de Santa Cruz (agosto de 1828) y eligió Presidente al
Gral. Pedro Blanco, cuya tendencia era aceptar las presiones de Gamarra y la
influencia decisiva del Perú en el destino de la joven nación. El asesinato de
Blanco apenas cinco días después de su posesión cambió dramáticamente el rumbo de las cosas. La asamblea reconoció la elección original de
Santa Cruz y entregó el mando al Gral. Velasco que había sido elegido su
vicepresidente. Santa Cruz llegó a Bolivia en mayo de 1829 y el 24 de ese mes fue posesionado como Presidente constitucional de
Bolivia.
Con
esta decisión, la tensión entre Gamarra y Santa Cruz, que reflejaba la posición
anexionista del Perú (Gamarra) y la integracionista de
Bolivia (Santa Cruz) se resolvería por el segundo camino.
Andrés de Santa Cruz
Santa Cruz fue el verdadero constructor de la nación. Hasta
su llegada al mando el país estaba sumido en el desorden, el déficit fiscal
crónico, un ejército incipiente y desorganizado y una absoluta carencia de base
institucional y legal. El único punto de referencia era la Constitución
bolivariana proclamada en 1826. Los dos objetivos fundamentales del Mariscal de
Zepita fueron la consolidación y fortalecimiento del país y hacer posible la
confederación entre Bolivia y Perú.
Entre
1829 y 1835, Santa Cruz emprendió una tarea verdaderamente titánica. En su
gobierno se dictaron dos constituciones, la de 1831 y la de 1834 que sustituyeron
la concebida por el Libertador. La tarea de redacción de códigos inspirados en
los códigos napoleónicos, colocó a Bolivia a la vanguardia de las naciones
sudamericanas al ser el primer país del continente en
contar con códigos civil, penal, de procedimientos, mercantil y de minería. En
1831 creó el departamento de Tarija que había decidido voluntariamente
integrarse a Bolivia rechazando la opción de formar
parte de la Argentina.
Su
obra económica partió de la idea de ordenar el manejo del erario público
votando los presupuestos en el congreso y manejando el tesoro con gran
escrupulosidad. El ministro José María de Lara se ocupó de ese trabajo. Esa
sola medida superó los graves déficits fiscales
anteriores. Su política económica fue inicialmente proteccionista en un intento
de impulsar la industria (particularmente textil), pero progresivamente fue
abriendo fronteras en la medida en que la producción local no era competitiva.
Fomentó la producción minera y en particular la de oro. Creó el primer banco del país, el Banco de Circulación y varios de
rescate de minerales. Consciente de la importancia que tenía para el país una
vinculación con el mar, declaró al puerto La Mar
(Cobija), como puerto franco con un arancel único y lo visitó personalmente. Regularizó
la propiedad de la tierra en el agro declarando propietarios a los caciques que
demostraran posesión de por lo menos diez años de sus
tierras. La creación de la moneda feble (acuñación de moneda con menor ley del
metal de plata) fue a la larga contraproducente, pues
terminó desvalorizando la moneda boliviana, generando un valor artificial e
inflacionario al circulante. En sus nueve años y medio de gobierno promovió dos
censos, el de 1831 y el de 1835. La población bordeaba el millón de habitantes.
En
la educación superior creó la primera universidad en tiempo de la República, la
Universidad Mayor de San Andrés de La Paz (1831) y luego la Universidad Mayor
de San Simón de Cochabamba (1832).
Su
imponente personalidad y la tarea de organizador le ganó el respeto de naciones
europeas con las que abrió relaciones como Inglaterra
y Francia o americanas como Estados Unidos.
Si
bien el ejército boliviano nació al regularizarse las fuerzas revolucionarias
que nos dieron la independencia, el verdadero ordenamiento
militar se dio a partir de 1829 con un reglamento estricto, la contratación de
oficiales extranjeros como Otto Felipe Braun y otros. En pocos años su
modernización y pertrechamiento lo convirtió en una de las
fuerzas militares más poderosas de Sudamérica.
La Confederación Perú-Boliviana
En 1835 Bolivia era una nación respetada en el continente,
organizada y respaldada por leyes modernas, con una economía estable y poder
militar significativo. En esas circunstancias Santa Cruz hizo realidad el sueño
de su vida. El Mariscal de Zepita fue el único gobernante sudamericano que
logró aplicar un proyecto integracionista. Se basaba
en un pasado común, raíces históricas y culturales que se remontaban al periodo
prehispánico, pre-inca e inca (el origen mítico del imperio en el Titicaca) y
casi 250 años de historia colonial bajo el Virreinato del Perú. Los elementos
comunes entre ambas naciones justificaban sobradamente la idea crucista.
Ante
el caos reinante en un Perú dividido, su Presidente José Orbegoso casi inerme
pidió apoyo a Santa Cruz. Las tropas bolivianas cruzaron el desaguadero en
1835. Los triunfos militares de Yanacocha frente a Gamarra y Socabaya frente a
Santiago Salaverry consolidaron su poder en el sur, lo que le permitía encarar
su gran proyecto. Para equilibrar el peso específico de los países confederados
dividió al Perú en dos, norte con capital en Huaura y sur con capital en
Sicuani. Bolivia mantenía su integridad. Reunió tres congresos, uno en Huaura, otro en Sicuani y otro en Tapacarí (Bolivia)
que aprobaron la creación del nuevo estado confederado y nombraron a Santa Cruz
su Supremo Protector. El 28 de octubre de 1836 se ratificó el pacto de la
Confederación Perú-Boliviana.
Muy
pronto surgieron las presiones externas, el dictador Rosas de la Argentina
intentó intervenir en Bolivia pero sus fuerzas fueron derrotadas brillantemente
por Braun en las batallas de Iruya y Montenegro. Pero el peligro más grande
venía de Chile. Diego Portales, ministro del Presidente Fernando Errázuriz,
planteó la tesis de que la única posibilidad de
supervivencia de Chile en el futuro era la destrucción de la Confederación que
era en todo superior a su patria. En 1837 Chile declaró la guerra y envió al
Gral. Manuel Blanco Encalada que desembarcó en Ilo y atacó Arequipa. Santa Cruz
lo rodeó y lo paralizó totalmente. Ingenuamente, el Protector le perdonó la
vida y le permitió volver a Chile con un mensaje de paz que el congreso chileno
no consideró. En 1839 el Gral. Manuel Bulnes desembarcó en el norte de Lima y
derrotó a Santa Cruz en la batalla de Yungay. La oposición peruana y boliviana
aprovecharon la oportunidad para hundir la Confederación y derrocar a Santa
Cruz que no pudo volver a Bolivia ante el golpe de estado protagonizado por
Velasco, que en el colmo de su anticrucismo envió una carta de felicitación a
Bulnes a nombre del nuevo gobierno boliviano.
La consolidación de la independencia.
Ingavi
Entre 1839 y 1841 Bolivia se sumió en el desorden y en el
peligroso trance de su desaparición como estado
soberano. Velasco gobernó un país en permanente conmoción. Al principio el
gobierno de la “restauración” dictó una nueva Constitución (1839) y oficializó
a Sucre como capital de la república. Enfrentó en su
corto periodo el asedió del Gral. José Ballivián con fuertes aspiraciones
presidenciales y de los seguidores de Santa Cruz que impulsaban la recuperación
del mando arrebatado para éste. Ballivián fue desterrado a Perú y aliado con
Gamarra emprendió una aventura en la que el peruano alimentaba de nuevo la idea
de anexar Bolivia al Perú. En junio de 1841 Velasco fue derrocado. Entre junio
y septiembre de ese año los precarios y breves gobiernos del Gral. Sebastián
Agreda y luego de Mariano Enrique Calvo (nominalmente el primer Presidente civil de Bolivia) instalados en Cochabamba, ambos a nombre
del depuesto Santa Cruz, terminaron ante la imposibilidad del Mariscal de
volver a Bolivia. La fuerza militar de Ballivián tomó La Paz y proclamó a su
jefe. Pero Gamarra una vez en Bolivia rompió con Ballivián y amenazó al país.
Velasco desde el sur le ofreció sus tropas a Ballivián dejando de lado sus enconos personales y en noviembre de 1841 en los campos
de Ingavi, Ballivián derrotó a Gamarra que murió en combate. Fue el último
intento peruano por lograr la anexión, este triunfo militar significó la
consolidación definitiva de la independencia boliviana.
El militarismo. Entre aristocracia y
populismo
Los seis años de gobierno de José
Ballivián, descendiente de una aristocrática familia paceña, se inscriben en la
continuidad de la línea crucista. Impulsó la educación, fortaleció las
políticas de minería aumentando los bancos mineros de rescate y desarrolló una
veta de proteccionismo económico a través del incremento de impuestos de
importación de varios productos, estos son algunos
rasgos que definen este periodo en el que comenzó el auge de la producción de
cascarilla o quina. La quina se usaba en el mundo como
medicamento para curar la fiebre terciana y reportó importantes ingresos al
país. También aparecieron los primeros indicios de la
explotación de guano en el Pacífico. La obra de Ballivián es fundamental en la
integración del noreste boliviano. La creación del departamento de Beni que
incluía las misiones de Mojos (1842) fue un paso fundamental, así como las exploraciones e investigaciones de ese territorio
promovidas por el Presidente.
El
censo de 1845 estableció una población de 1.378.896 habitantes, la inmensa
mayoría asentados a más de 2.500 mts. de altura en las zonas del altiplano y
valles.
Durante
su gobierno Arica, igual que en el periodo colonial, volvió a ser el puerto natural de exportación e importación de
Bolivia, con un tratamiento preferencial logrado en acuerdo con el gobierno de
Perú.
A
lo largo de su mandato, los intentos permanentes de su enemigo personal, el
Gral. Manuel Isidoro Belzu por derrocarlo, culminaron en una escalada
subversiva en 1847 que terminó en diciembre con el ingreso triunfal de Belzu a
La Paz. El 23 de ese mes Ballivián resignó el mando en
la figura del Gral. Eusebio Guilarte que apenas diez días después, fue
derrocado por el Gral. Velasco quien tras nueve meses de precaria
administración, poco pudo hacer como no fuera
mantenerse en el mando hasta ser derrotado en diciembre de 1848 por Belzu en la
batalla de Yamparáez.
Belzu
marcó un giro en el relacionamiento del gobernante con su sociedad. Era hostil
a la aristocracia chuquisaqueña y planteó un nuevo lenguaje que algún
historiador ha definido como “socialismo cristiano”.
Se proclamó defensor de los desposeídos, especialmente
de los artesanos, atacó la propiedad privada, pero por sobre todo llevó
adelante una política proteccionista radical, mucho mayor que la de sus
antecesores que en algunos aspectos habían aplicado políticas económicas
eclécticas. Sus medidas fueron aranceles contra la manufactura inglesa, leyes
que prohibían a los extranjeros ejercer el comercio y creó monopolios de producción estatal. La producción de quina llegó a su
momento de mayor auge hasta convertirse en uno de los
items más importantes de ingreso para las arcas fiscales. En este periodo
comenzó a renacer la minería que durante los primeros años de la república
había atravesado una grave crisis. los cambios
tecnológicos en Europa y Estados Unidos, permitieron la rehabilitación de minas
inundadas y el comienzo aún incipiente de nuevos procesos industriales. En 1854
se realizó el quinto censo en periodo republicano, arrojando una población de
1.544.300 habitantes para un territorio mayor a los dos millones de km2. Por
todo ello, el Presidente se convirtió casi en un mito para los más pobres que
lo conocían como el “Tata”
Uno
de los más pintorescos episodios de nuestro pasado
atribuido erróneamente a Mariano Melgarejo, ocurrió en realidad en la gestión
de Belzu. Un incidente surgido por el encarcelamiento de un comerciante
norteamericano, provocó la intervención del embajador de la Gran Bretaña que
fue expulsado del país, el móvil básico era en realidad la intransigente
política proteccionista del gobierno, lo que provocó la ira
del imperio británico y la supuesta frase de la reina Victoria que tachando a
Bolivia del mapa afirmó “a partir de hoy Bolivia no existe para el imperio
británico”.
Su
gestión estuvo signada por la turbulenta inestabilidad. El Presidente sufrió un
atentado protagonizado por el Cnl. Agustín Morales en Sucre que casi le cuesta
la vida. José María Linares conspiró constantemente contra el gobierno, igual
lo hicieron Ballivián, Velasco y el Gral. José María Achá. Hastiado de estas
tensiones, convocó a elecciones que ganó en 1855 su yerno el Gral. Jorge
Córdoba. Ninguno de los rasgos esenciales del gobierno de su mentor cambiaron, ni en la orientación de proteccionismo económico, ni en una
administración que arrojó un interesante superavit en el tesoro del país. La
diferencia estaba en la personalidad más bien débil de Córdoba. Pero es
evidente que las ideas cada vez más proclives al liberalismo económico
comenzaron a penetrar con fuerza en Bolivia. La debilidad de Córdoba terminó
por doblegar a su gobierno. Las permanentes intentonas de Linares culminaron
exitosamente en el triunfo militar de sus tropas sobre
las del gobierno en Cochabamba.
Linares. Civil, dictador y moralista
El 9 de setiembre de 1857 Linares llegó a la presidencia. De
hecho fue realmente el primer Presidente civil del
país, ya que Calvo tuvo un paso efímero por la primera magistratura.
Igual
que Belzu, Linares impuso su fuerte impronta personal. Obsesionado por el
ascetismo, la moralidad y la necesidad de orden como
norma de conducta primordial, supeditó todo criterio a estas premisas y muy
pronto se declaró dictador (setiembre de 1858), con la idea de que ese era un
mecanismo político indispensable para aplicar su programa de limpieza ética.
Por primera vez desde el nacimiento de la república consideró que el ejército
era un lastre de gasto y foco permanente de sedición, por lo que redujo
drásticamente sus efectivos (de 6.000 a 1.200) y su presupuesto. Comenzó por
dar ejemplo de austeridad al reducir su salario y el de su personal de
gobierno. Estableció una secante centralización administrativa a través de la
creación de la caja central de pagamentos.
Mientras
la quina declinaba, la minería se fortalecía con el uso de
las maquinas de vapor, vagonetas y carriles. Comenzaban a consolidar su
gran poder económico los grandes mineros de la época,
Aniceto Arce, Gregorio Pacheco y José Avelino Aramayo, cuyo rol protagónico en
política vendría después de la guerra del Pacífico. En 1857 se descubrieron los
primeros depósitos de nitrato en el Litoral y comenzó
el crecimiento demográfico y económico de la región, pero el control de este
desarrollo económico estaba en manos de capitalistas ingleses y chilenos, no
bolivianos.
Linares
abrió el camino hacia el librecambismo que fue una tendencia casi inalterable
de allí hasta el fin de la guerra del Chaco, si bien
su gobierno alentó todavía restricciones en el comercio del mercurio y la
acuñación de moneda.
Bolivia,
que había nacido a la vida independiente con una mayoría abrumadora de
población quechua-aymara en el área rural del altiplano y los valles
interandinos, vivía en buena parte del tributo indígena que en 1860
representaba el 36% de los ingresos del erario, más del doble que cualquier
otro rubro. El tributo obligatorio no implicaba ninguna retribución del estado
a las comunidades indígenas, postergadas y totalmente fuera del circuito
económico del país como no fuera para pagar sus
tributos. La situación de los indios sin embargo, no
había llegado todavía a su punto más crítico.
La
política intransigente de Linares terminó por generar la conspiración. El
fusilamiento de un sacerdote acusado de corrupción y las sanciones implacables
para las contravenciones a la ley, dieron lugar a un alto grado de descontento
en los sectores acostumbrados a medrar del poder.
Entre la inestabilidad, la dictadura y
el librecambismo
Ante la presión del belcismo que acosó sin tregua su
gobierno, el dictador convocó a un congreso que le aceptara la dimisión y
eligiera a su sucesor, el congreso nunca se reunió, un golpe de estado (enero
de 1861) protagonizado por sus más estrechos
colaboradores, dio lugar a la primera junta de gobierno de nuestra historia,
integrada por quien fuera su ministro José María Achá, el también ministro de
origen argentino Ruperto Fernández y Manuel Antonio Sánchez. La junta duró
apenas tres meses, de ella fue elegido Presidente el Gral. Achá quien tomó el
mando en mayo de 1861.
La
fuerte presión expansionista chilena en el Litoral, por la instalación de
intereses chilenos y brasileños en la explotación del salitre, comenzó a
generar conflictos de límites propiciados por Chile para copar la rica región
salitrera y guanera de Mejillones. Una intención de declaratoria de guerra del
congreso boliviano impulsada por el patricio Rafael Bustillo no prosperó.
En
octubre de 1861 la acción represiva del Cnl. Plácido Yáñez que a título de
sofocar una rebelión detuvo y encarceló a más de medio centenar de ciudadanos,
entre ellos el expresidente Córdoba, terminó en una implacable masacre en la
que fueron asesinados el propio Córdoba y más de sesenta militares y civiles.
Días después, Yáñez fue ajusticiado por una poblada que lo linchó en la misma
plaza principal de La Paz.
La
política agraria tuvo un importante giro con el decreto de 1863 que apelaba a
la legislación de 1825 y 1831, que reconocía la propiedad de la tierra por
parte de los indígenas, aunque establecía que las tierras libres se podían
subastar. Los diezmos fueron sustituidos (1861) por un impuesto territorial.
Después
de las elecciones de 1862 que ganó en medio de
acusaciones de fraude, Achá quiso convocar a elecciones libres en las que
debían participar las principales facciones políticas, los “rojos” influidos
por las ideas del linarismo y los populistas, fanáticos seguidores de Isidoro
Belzu.
La
ascendente figura del Gral. Mariano Melgarejo, hombre violento, primario y de
impulsos temerarios, con fuerte ascendiente en el ejército, culminó en
diciembre de 1864 con la toma del cuartel de los húsares que desató la rebelión
total y la caída de Achá. Melgarejo gobernó seis largos años. Más allá de sus
características personales que implicaron la aplicación de la arbitrariedad
dictatorial y la frecuencia de episodios bochornosos transformados en insólitas
anécdotas que han hecho historia, Melgarejo fue
respaldado por la elite minera en pleno ascenso, aplicó de manera franca una
política económica librecambista con libertad plena para las exportaciones.
Ejercitó una política agraria que marcó la destrucción sistemática de la
propiedad de las comunidades originarias, que había respetado incluso la colonia española. En 1866 estableció que las tierras debían
consolidarse mediante un pago de entre 25 y 100 pesos, si este pago no se
cumplía, las tierras indígenas pasaban a propiedad del estado en un plazo de
sesenta días. Esta determinación fue el comienzo del más grande despojo de tierras de comunidad en toda la historia republicana.
La
espectacular expansión del crecimiento mundial y los cambios
tecnológicos trajeron consigo un impacto directo de inversión externa en la
costa boliviana, lo que determinó que por primera vez un gobierno boliviano
recibiera ofertas concretas de inversión que implicaban concesiones de derechos
y aún de territorio a cambio de ingresos sin antecedentes en las rentas del
país, estancadas por décadas. Esto condujo al nefasto tratado de 1866 en el que
Bolivia aceptaba la explotación conjunta con Chile recibiendo al 50 % las
riquezas obtenidas que eran bolivianas en su integridad. En 1867 firmó con
Brasil un tratado por el que cedía el acceso directo al río Madeira y perdía
una superficie de casi 300.000 km2.
A
favor de este gobierno hay que reconocer la inserción
de maquinaria de vapor, por ejemplo en el trabajo de la Casa de la Moneda de
Potosí.
En
1865 se produjo el mayor levantamiento contra Melgarejo, liderado por Belzu
quien logró copar La Paz y tomar triunfante el palacio de gobierno donde se
hallaba Melgarejo. En un confuso episodio, Melgarejo o uno
de sus hombres disparó contra el caudillo triunfante y lo asesinó, revirtiendo
la situación en su favor, lo que le permitió mantenerse en el poder hasta 1871.
La
extrema violencia de Melgarejo que había sido acompañado por su “super
ministro” Mariano Donato Muñoz en la aplicación de su política económica,
terminó por aislarlo totalmente. En noviembre de 1870 se produjo un
levantamiento comandado por el Gral. Agustín Morales y el Dr. Casimiro Corral.
Tras largas escaramuzas, en enero de 1871 Melgarejo fue derrocado y Morales
accedió al mando.
Morales,
hombre de carácter inestable, condujo una política plenamente liberal en el
tratamiento a la minería, al punto que anuló el monopolio del estado en la
exportación de la plata, cuya importancia era cada vez más creciente en la
economía nacional. Eliminó la moneda feble que el estado había mantenido desde
los tiempos de Santa Cruz y como consecuencia de ello
creó el Banco Nacional con el objetivo de reorganizar el sistema monetario
nacional.
La
política agraria de Morales por iniciativa de Casimiro Corral, revirtió las
disposiciones de Melgarejo. En 1871 se restituyó la propiedad indígena, sin
trámites ni pago alguno, tal como estaba antes de los
decretos de Melgarejo. La medida duró poco por las determinaciones de los
sucesivos gobiernos liberales.
Como
otros muchos gobiernos de facto que le antecedieron,
Morales hizo aprobar una nueva Constitución (1861) y convocó a elecciones que
ganó. En 1872 su sobrino Federico Lafaye, a quien había vejado en el salón rojo
de palacio de gobierno, le descerrajó dos tiros y le
quitó la vida. Reunido de emergencia, el parlamento nombró Presidente
constitucional interino a Tomás Frías.
Frías,
cuyo espíritu legalista era muy evidente, aceptó el mando con el único objeto
de convocar a elecciones generales y gobernó solo cinco meses. Las elecciones
de 1873 fueron las primeras en la que realmente puede hablarse de pluralidad.
Aunque el sistema electoral era de voto restringido -no podían votar las
mujeres ni los analfabetos y no podían ser electos quienes
no tuvieran una determinada renta- hasta entonces las elecciones habían sido un
simple formalismo para legitimar gobiernos de facto o respaldar a los
candidatos oficiales. Compitieron el Cnel. Adolfo Ballivián y el Dr. Casimiro
Corral. Sobre 16.674 votos emitidos, Ballivián obtuvo
el 38,6 % y Corral el 33,7 %. Por primera vez el parlamento tuvo que elegir
Presidente al no haber obtenido ninguno mayoría absoluta. Los congresales
ratificaron el triunfo por mayoría relativa de Ballivián.
En
este breve periodo se ratificó un tratado secreto de defensa entre Bolivia y
Perú que se había negociado en 1872 y que sería clave en el conflicto que se
avecinaba. El mandato de Ballivián fue breve, un cáncer acabó con la vida del
Presidente apenas ocho meses después de haberse posesionado. Representante de
la elite criolla, el Presidente buscó obtener un crédito en Europa que le
permitiera reestructurar la diversidad de deudas contraídas por anteriores
gobiernos. Uno de los objetivos era también comprar dos blindados que pudieran
inaugurar la armada boliviana sin presencia alguna en el Pacífico, ambas ideas
fueron desechadas por el congreso que fue cerrado por el Presidente. La caída
de la plata ante la creciente adopción del patrón oro, condujo a eliminar casi
todo gravamen sobre este mineral, favoreciendo los intereses de los empresarios
mineros.
A
la muerte del Presidente volvió al mando Tomás Frías por el mecanismo de
sucesión establecido en la Constitución, que hacía Presidente al presidente del
consejo de estado. Frías enfrentaba una debilidad intrínseca al no contar con
el respaldo militar y al no estar totalmente integrado con las elites de la
minería, pero en lo relativo al problema agrario la posición de su gobierno
ratificó el carácter de las leyes de Melgarejo. En
1874 sobre el argumento de la necesidad de modernizar y mecanizar la producción
agrícola del país, en el más puro ideario liberal, Frías ratificó la propiedad
indígena, pero estableció el concepto de propiedad individual, la necesidad de
refrendar esa propiedad con un título, su capacidad de
venta y transacción y la instalación de una revisita que establecería las
características exactas de propiedad.
Durante
todo este periodo se ofrecieron inversiones en el Litoral como
el contrato Church o el López Gama para la construcción de un ferrocarril o la
supuesta inversión de dos millones de libras esterlinas, que nunca se
concretaron. Las concesiones de explotación minera en la mayoría de los casos
no reportaron beneficio alguno al estado y fueron frecuentemente negociados.
Cuando
se preparaban elecciones para 1876, el Gral. Hilarión Daza que había sido
protegido de Frías desencadenó un golpe de estado y se hizo del poder. Frías
dejó el mando sin oponer resistencia alguna.
La guerra del Pacífico
El gobierno de Daza coincide con uno
de los momentos más dramáticos de toda la historia boliviana, el conflicto
bélico del Pacífico desencadenado por los intereses expansionistas de Chile, la
presencia mayoritaria de súbditos chilenos en nuestro territorio, la dificultad
de vinculación de nuestra costa con el centro político económico ubicado en las
alturas de los Andes, los voraces intereses del imperialismo inglés ligado a
capitales y políticos de Chile y la sucesión de tratados que fueron aprovechados por Chile para sacar ventajes en la región. La
decisión del gobierno de Daza -atribulado por una espantosa
sequía y una epidemia de peste que azotaron el país y lo dejaron desabastecido-
de imponer un impuesto de 10 centavos por quintal de salitre exportado, fue el
detonante del conflicto. Chile apelando a un tratado de 1874 que eximía a las
empresas exportadoras de todo gravamen, decidió la invasión de Antofagasta el
14 de febrero de 1879.
Los
derechos bolivianos sobre el Pacífico vienen de la etapa prehispánica, probada
por la presencia de Tiahuanacu en el Litoral y la expansión incaica posterior.
El virreinato del Perú definió claramente sus límites al sur en el paralelo 25
a la altura del Paposo (valle de Copiapó). Este límite fue heredado por Bolivia
como consta en toda la cartografía internacional de la
época. La superficie del Litoral era de aproximadamente 120.000 km2. Si bien
era parte del departamento de Potosí, tenía un estatus equivalente al de un
departamento al tener su propio prefecto. Su capital era Cobija, pero sus centros más importantes eran Antofagasta y Caracoles. En
el momento de la guerra su población aproximada era de 15.000 habitantes. Los
productos fundamentales de la región eran el guano, el salitre y la plata, verdaderos móviles del conflicto.
Militarmente
Bolivia tenía una gran desventaja, ausencia absoluta de naves de guerra en el
mar. La invasión de Antofagasta fue muy fácil, Bolivia carecía de fuerza
militar allí y la mayoría de la población era de origen chileno. El 26 de
febrero, anoticiado el gobierno del hecho se aprestó a organizar la defensa. El
rápido avance de Chile al interior del territorio determinó la heroica acción
de Eduardo Abaroa, Ladislao Cabrera y un puñado de bolivianos en Calama. El 23
de marzo de 1879, un destacamento de medio millar de tropas chilenas atacó el
pueblo defendido por algo más de un centenar de bolivianos. Abaroa defendió el
pequeño puente del río Topater, ofrendando su vida en esa
defensa.
El
embajador boliviano Serapio Reyes Ortiz viajó a Lima para pedir la ejecución
del tratado secreto de defensa mutua de 1873. Chile declaró la guerra al Perú
que entró en el conflicto. Durante todo 1879 la campaña en el mar tuvo como gran protagonista al monitor peruano Huáscar y a su
intrépido almirante Miguel Grau, que durante seis meses jaqueó a la armada y a
los puertos chilenos con varias acciones exitosas, entre ellas el hundimiento
del barco chileno Esmeralda. Finalmente en octubre, todos los barcos de guerra
de Chile persiguieron y hundieron al heroico Huáscar, acción en la que murió
Grau. Esa derrota fue decisiva para el control del mar
por parte de Chile. En noviembre los chilenos atacaron Pisagua, puerto peruano
defendido por tropas peru-bolivianas. La toma de Pisagua abrió la brecha del
ataque a territorio del Perú.
El
Presidente peruano Mariano Ignacio Prado tomó el mando general de las acciones. Hilarión Daza se trasladó a Tacna con un
contingente de 6.252 efectivos. Seis meses después de un tedioso
estacionamiento en esa ciudad, Daza se movió para
apoyar al Gral. peruano Buendía en la defensa de Iquique. Extrañamente a medio
camino, en un lugar llamado Camarones, el contingente boliviano se detuvo y
retornó a Arica. Esta defección aún inexplicable, minó seriamente el prestigio
del Presidente boliviano y fue un duro golpe a la moral de los
aliados. Buendía fue derrotado en la batalla de San Francisco en la que casi
11.000 aliados enfrentaron a 6.500 chilenos parapetados en las alturas de una
colina que no pudo ser tomada, a pesar de los bravos
esfuerzos de algunos contingentes aliados por tomar la plaza.
Pocos
días después en Tarapacá los aliados se anotaron el único triunfo importante de
la contienda, al derrotar sin atenuantes a 4.000 soldados chilenos a quienes
obligaron a retirarse, tras dejar centenares de muertos
y heridos en el campo. En tanto, el Gral. Narciso Campero organizó en Bolivia
la quinta división para apoyar las operaciones aliadas en el desierto de
Atacama. Entre octubre de 1879 y enero de 1880 la división recorrió errática
más de 1.000 km., con un triunfo aislado en Tambillos y la inexplicable
decisión de no atacar Calama.
Pero
la retirada de Camarones y el desastre de San Francisco decidieron la suerte de
Prado y Daza. El peruano marchó a Europa con el peregrino argumento de que iba
a comprar algunos blindados para su armada. A los pocos días fue derrocado por
Nicolás de Piérola. Daza fue depuesto en Arica por los coroneles Lizardo
Montero del Perú y Eliodoro Camacho de Bolivia. El profundo descontento popular
por los resultados bélicos llevó al país a la confusión, una junta de gobierno
organizada en La Paz por Uladislao Silva pretendió hacerse del poder sin éxito.
Tras varias escaramuzas, finalmente primó la razón y esa
misma junta decidió nombrar como Presidente provisional al Gral. Campero
precedido de un gran prestigio por su formación académica militar en Francia.
Campero llegó a Tacna como jefe supremo del ejército
aliado y emprendió camino para enfrentar a los chilenos en el llamado Alto de
la Alianza, el punto clave de defensa de la ciudad de Tacna. Fue la mayor
confrontación militar del desierto, 19.000 efectivos chilenos enfrentaron a
12.000 aliados el 26 de mayo de 1880. La intervención valiente de los
regimientos Colorados de Bolivia, Murillo y Zapadores no fue suficiente para frenar
la ofensiva chilena en la que la caballería de Yavar tuvo un papel decisivo.
Más de 5.000 hombres entre muertos y heridos quedaron regados en el campo. Los
aliados fueron derrotados y Tacna tomada. El ejército boliviano se replegó a
las montañas y Bolivia se retiró de la guerra. Chile tomó Arica e invadió Lima.
La guerra terminó en 1883 después de casi un año y medio de intervención
chilena al Perú. Bolivia perdió su acceso soberano al océano Pacífico y todo el
territorio del Litoral que fue ocupado por Chile.
La República oligárquica. Los
conservadores
La derrota en el Pacífico y la mutilación de
nuestro brazo territorial con acceso al mar causó una herida que Bolivia no
pudo cerrar hasta hoy, con un daño económico incalculable, pero además cortó
nítidamente la historia de nuestro siglo XIX. El periodo de inestabilidad
crónica y el militarismo recurrente fueron sustituidos por un nuevo proyecto de
estado. La elite dominante decidió organizar la nación sobre el modelo
demoliberal y tomar directamente las riendas del
poder. Así nació lo que se ha denominado el estado oligárquico. Este cambio
tenía que ver con la consolidación del poder minero de la plata, que implicó
una opción de recuperación económica después de un
largo periodo de depresión y estancamiento (1840-1880).
El
26 de mayo de 1880, significativamente el mismo día de la derrota final de
Bolivia en el Alto de la Alianza, se reunió la convención que cambió el destino
boliviano. Hombres como Arce, Pacheco, Mariano
Baptista, Severo Fernández Alonso, Nataniel Aguirre, Belisario Salinas o
Modesto Omiste, aprobaron una nueva Constitución, la décimo primera del país,
que en realidad era la ratificación, salvo un artículo, de la aprobada en el
gobierno de Daza en 1878. Este texto marcaba la reafirmación liberal de la
vocación de las elites. Conceptualmente
individualista, mantuvo el criterio de los derechos y garantías de la persona y
subrayó el derecho sagrado de la propiedad privada. Recuperó la figura
vicepresidencial, incluyendo dos vicepresidencias y el sistema bicameral. Pero
la trascendencia de la Constitución del 80 la determinaron los hechos. Ha sido la Constitución con mayor vigencia en nuestra
historia (1880-1938), salvo las modificaciones puntuales de 1921 y de 1931. Esa
misma convención eligió Presidente constitucional a Narciso Campero que hasta
entonces ocupaba el cargo provisionalmente.
La
fuerte vinculación de los mineros de la plata con capitales chilenos, determinó
dos líneas de razonamiento, la necesidad de cerrar la página de la guerra en la
línea del pacifismo y tomar una postura de acercamiento a Chile para intentar
sacar ventajas pragmáticas de esa situación. La otra
línea defendida por un sector del país representado en el parlamento, sostuvo
la postura guerrista que se fue diluyendo en gran medida por la evidente
inferioridad de condición económica y militar de Bolivia con relación a Chile.
Este
momento coincide también con el nacimiento de los partidos políticos como estructuras organizadas. El gran ideólogo del periodo
es Eliodoro Camacho que estableció de manera orgánica los principios del
ideario liberal, que serían la base ideológica de los
partidos hasta la guerra del Chaco. Libertad política, económica e individual
era el trípode de esas ideas. La confrontación entre liberales y conservadores
era de facciones personales, de grupos de poder, de intereses económicos y de
región. Los conservadores eran conocidos entonces como
demócratas (Pacheco) y constitucionales (Arce) y representaban intereses
individuales, que resolvieron en la elección de 1884 el poder de la plata y la
fuerza del sur. Los liberales de Camacho tenían mucha mayor unidad ideológica,
terminarían representando el poder del estaño y los intereses del norte (La
Paz-Oruro).
La
tarea de Campero fue el restañamiento de las heridas
económicas dejadas por la guerra, la sequía y la peste, recuperación que tuvo
que ver con la modernización del sector minero y el auge de los precios
internacionales de la plata. Las elecciones de 1884 llevaron al poder a
Pacheco. Fue una contienda reñida con otro minero, Aniceto Arce. El poder
económico de los mineros pudo más que el liberalismo, pero fue una elección
relativamente libre dentro del marco del voto
restringido (40.000 votantes en un país de 1.600.000 habitantes). El congreso
ratificó a Pacheco, que había ganado por mayoría relativa. Por primera vez en
la historia un gran empresario ocupaba el solio presidencial.
La
disminución de la importancia del tributo indígena para el erario, facilitó la
política de expoliación de las tierras de comunidad iniciada por Melgarejo, se
abrió la economía extractiva al mercado mundial, tanto para la exportación de
productos como para la importación de capital y
tecnología. Esta realidad implicó también un proceso de modernización relativa
en el ámbito urbano a partir de la llegada del ferrocarril, la energía
eléctrica y el telégrafo. La minería dio el salto básico de su modernización
técnica y de producción que no se detendría hasta mediados del siglo XX. Pero
ni el gobierno de Campero ni el de Pacheco pudieron equilibrar el déficit
fiscal, sino hasta el postrer año de administración de
este último.
En las relaciones internacionales, Bolivia firmó un pacto de tregua con Chile
que era el preanuncio del acuerdo de 1904. El enclaustramiento obligó a buscar
otras rutas de salida para Bolivia, la exploración del Chaco y la expedición
que unió Tarija con Asunción tuvieron que ver con esa
idea. Un debate que dividió a conservadores y liberales fue la cuestión
religiosa, ya que los liberales apoyaban la libertad de
cultos y el derecho a la libre conciencia.
Las
elecciones de 1888 mostraron la obvia preferencia y manipulación del
oficialismo por el candidato Arce que había hecho un “pacto de caballeros” con Pacheco para garantizar su presidencia. Arce
fue sin duda la gran figura de los conservadores, su energía creadora y su
decisión de llevar adelante sus ideas contra cualquier
obstáculo, permitió que pudiese consolidar la inserción boliviana en el mercado
internacional con la creación de bancos como los dos hipotecarios y la
promulgación de la primera ley de bancos. Pero la obra magna de Arce fue la
construcción del ferrocarril entre Ascotán (límite con
el departamento de Litoral en poder de Chile), que conectaba con el construido
hacia Antofagasta por la compañía salitrera de Antofagasta y tenía su destino
final boliviano en Oruro. El ferrocarril permitía
mayor eficiencia de exportación de los minerales bolivianos, en buena parte de
propiedad del propio Arce, pero la línea férrea no se detuvo en Huanchaca sino
en Oruro. El 15 de mayo de 1892 el Presidente remachó el último clavo de la
riel en la estación de Oruro, a pesar de la fuerte oposición de quienes decían
que esa línea era el mejor camino para la invasión
chilena. Fue uno de los pasos decisivos hacia la
modernización y vinculación externa de Bolivia. Obsesionado por la vinculación
interna trabajó en la carretera Sucre-Potosí y Sucre-Cochabamba, la obra mayor
en estas vías fue el hermoso puente Arce. En 1889 se instaló la primera línea
telefónica.
En
1892 fue electo en las condiciones más irregulares, con persecución de
parlamentarios opositores y una aprobación ilegitima en el congreso, Mariano
Baptista. En 1894 al retorno de Daza para justificarse ante el país, se produjo
su asesinato en Uyuni, hecho que nunca pudo esclarecerse. En 1895 se firmó un
nuevo tratado con Chile que reconocía soberanía de ese país sobre el Litoral
usurpado y en el que Chile se comprometía a ceder un puerto soberano a Bolivia.
El gobierno se preocupó por la educación técnica en coordinación con la iglesia
a través de las escuelas de artes y oficios.
En
1896 los conservadores se reprodujeron en el poder bloqueando toda posibilidad
liberal, con la elección de Severo Fernández Alonso, esta vez frente al Cnl.
José Manuel Pando que sustituyó como candidato a
Eliodoro Camacho. A Alonso le tocó enfrentar el dislocamiento entre norte y
sur. Un año antes de la hecatombe, en 1897 se exhibió la primera película
cinematográfica en La Paz.
La guerra federal
En 1898 la aprobación de la ley de radicatoria que forzaba
al Presidente a permanecer en Sucre y pedir autorización para salir de la
capital, fue el detonante de una confrontación que esperaban La Paz y los
liberales. Una junta organizada en La Paz declaró el federalismo. Alonso partió
a Oruro para sofocar la rebelión. Los federales fueron comandados por Pando,
quien de modo audaz se alió con los indígenas aymaras liderados por Pablo
Zárate Willka. La guerra dejó un saldo de por lo menos 1.300 víctimas entre
muertos y heridos. Las tropas chuquisaqueñas cometieron abusos muy graves, como la masacre de 90 indígenas en Santa Rosa. En
Corocoro fueron hostigados y expulsados cuando intentaban pertrecharse. En
enero de 1899 Pando derrotó a Alonso en la batalla del primer
crucero y lo obligó a desistir de su idea de atacar La Paz. Los saldos del
ejército de Alonso fueron masacrados sin piedad por los comunarios aymaras en
Ayo Ayo, el episodio que recuerdan con mayor sentimiento en Chuquisaca. Pero el
hecho más terrible fue el de Mohoza, pueblo en el que 130 efectivos del
ejército liberal de Pando que a pesar de ser aliados,
fueron masacrados por los indios al mando de Lorenzo Ramírez. En abril, en las
proximidades de Oruro, en la batalla denominada del segundo crucero Pando
derrotó definitivamente a Alonso, hecho que lo obligó a renunciar a la
presidencia. 4.000 combatientes se enfrentaron allí. La actuación de Zárate y sus hombres fue decisiva para la victoria. La evidencia de
que los indios tenían su propio proyecto de una gran insurrección reivindicando
sus derechos sobre la tierra, hizo que Pando se
deshiciera de Zárate a quien apresó junto a otros líderes indígenas. Zárate fue
muerto en extrañas circunstancias en 1903. La junta integrada por Pando,
Serapio Reyes Ortiz y Macario Pinilla, gobernó entre abril y octubre de l899.
La
bandera federal se arrió casi tan pronto como se había
izado. Los liberales tomaron el poder y La Paz se convirtió de hecho en sede de
gobierno. En octubre de 1899 Pando fue elegido Presidente por la convención
nacional en Oruro.
La
república oligárquica. Los liberales
Pando abrió el ciclo
de veintiún años de gobiernos liberales, con una mentalidad modernizadora que
marcó una nueva preeminencia de la economía y de le geopolítica interna de
Bolivia, estableciendo el liderazgo de La Paz que tendría vigencia a lo largo
de todo el siglo XX.
En 1900 se produjo un hecho crucial para la economía
boliviana, Simón I. Patiño descubrió en la mina La Salvadora (Llallagüa), la
veta de estaño más rica del mundo, comenzaba así la era del estaño en el país.
Simultáneamente, los precios internacionales de la plata se derrumbaron y la minería
boliviana de la plata colapsó, coincidiendo con el auge del estaño y los usos
múltiples de este producto en el mundo. En poco más de
dos décadas los llamados barones del estaño Simón Patiño, Carlos Víctor Aramayo
y Mauricio Hoschild, se convirtieron en un poder económico y político decisivo
en el país.
La guerra del Acre
El descubrimiento del árbol de la goma y su
explotación (Antonio Vaca Diez desde 1876), determinó un auge económico muy
importante entre 1890 y 1920, al punto que en las primeras décadas del siglo
fue el segundo ingreso mayor después de los minerales.
El éxito de la goma generó muy pronto problemas de límites en el norte en la
frontera con Brasil. Los filibusteros, con el
beneplácito del gobierno del Presidente brasileño Francisco Rodríguez Alves,
pretendieron independizarse de Bolivia. Con un alto sentido de responsabilidad
Pando decidió combatirlos y con un destacamento se dirigió al ignoto norte, en
un viaje que en si mismo era una verdadera odisea. En la zona de Cachuela
Esperanza y Riberalta en el Beni, se alzaba el imperio de Nicolás Suárez, el
Patiño de la goma, quien pertrechó la columna Porvenir y colaboró al gobierno.
La crisis bélica (1902-1903) con antecedentes en las expediciones de Muñoz,
Lucio Pérez Velasco e Ismael Montes que tuvieron éxitos como
el de Riosinho, Capueiro y Bagué, culminó cuando Brasil decidió intervenir en
el conflicto, forzando al débil ejército de Pando a la negociación, pero las
acciones del Presidente boliviano deben destacarse por sus éxitos militares y
las dificultades que se vio obligado a superar en una expedición de meses desde
los Andes hasta la amazonía. En 1903 en Petrópolis (Brasil), ambos países
firmaron un tratado por el que se cedía el territorio del Acre a cambio de una
compensación económica de dos millones de libras esterlinas y un ferrocarril .
Ismael Montes y la
continuación del ciclo liberal
En 1904 fue elegido Ismael Montes quien nada más
comenzar su gobierno tuvo que afrontar una de las más
grandes responsabilidades históricas que hubiese tenido un mandatario
boliviano, el tratado de 1904. El congreso debatió duramente el tema y a pesar de una fuerte oposición (Miguel Ramírez, Pastor Saínz,
Fernando Campero, Román Paz, entre otros), la mayoría liberal se impuso. Se
acordó la cesión a perpetuidad a Chile del Litoral a cambio del libre tránsito
de mercaderías, la construcción del ferrocarril Arica-
La Paz y 300.000 libras esterlinas. El mar a cambio de
un plato de lentejas, fue la decisión pragmática de los liberales.
El dinero recibido de Brasil y Chile permitió al
liberalismo un importante trabajo de modernización de las
principales ciudades, particularmente La Paz. Se comenzaron vías férreas como La Paz-Beni, Viacha-Oruro, Oruro-Cochabamba,
Oruro-Potosí y Potosí-Tupiza, un proceso vital de vertebración del territorio
occidental.
El país se adecuó al patrón oro y se crearon nuevos
bancos. Comenzó una etapa de bonanza económica apoyada por el auge gomero y
estañifero. En el ámbito de la educación se contrató la misión belga presidida
por Georges Rouma, que modificó curriculums y modernizó la educación nacional,
instalando la primera normal para la formación de maestros. En lo religioso se
aceptó la libertad de cultos.
En las elecciones de 1908 ganó Fernando Guachalla
quien no pudo posesionarse al morir días antes de la transmisión del mando.
Montes decidió prorrogar un año más su mandato de manera totalmente ilegal. Le
sucedió Eliodoro Villazón quien ganó los comicios de 1909. El gobierno de
Villazón fue uno de los más tranquilos y prósperos que
haya tenido el país. Gozó de una economía en bonanza y en crecimiento, tuvo
sucesivos superavits en los presupuestos nacionales, las exportaciones
crecieron en más del 50 % y se instalaron tranvías en La Paz y Cochabamba. El gobierno
contrató una misión alemana presidida por el Gral. Hans Kundt para modernizar
el ejército, en una línea permanente de renovación militar que sostuvieron los
gobiernos liberales. A diferencia de sus antecesores,
respetó escrupulosamente la Constitución y los derechos ciudadanos, sin la
presión de movimientos subversivos que había sido y sería una constante
histórica.
En esa época surgieron las
obras de Franz Tamayo y Alcides Arguedas que contrapusieron visiones de la
sociedad, Tamayo en un vitalismo exaltador de los valores indígenas, Arguedas
en una demoledora crítica al conjunto de la sociedad que perfilaría años
después (1919) en Pueblo Enfermo. Dos importantes periódicos nacieron en el
periodo liberal, el oficialista El Diario y el republicano La Razón.
En 1913 Montes volvió al poder en medio de una
altísima popularidad, pero le tocó afrontar la crisis producida por la primera
guerra mundial, tuvo que reformar el sistema financiero estableciendo que el
único banco con capacidad para emitir moneda era el Banco de la Nación. La
medida generó fuertes protestas, sumada a la contracción económica como producto de la caída de las exportaciones. Incluso se
tuvo que suspender temporalmente el pago de la deuda externa. (1913-1916), pero
en 1916 la situación se revirtió y el Presidente se ufanó de que por primera
vez se superaron los 100 millones de pesos en exportaciones.
La situación en el agro se mantuvo inalterable, la
expoliación de las tierras de comunidad no trajo
consigo una modernización ni ampliación productiva, pero sí crecieron los
terratenientes, entre ellos los presidentes Pando y Montes. El descontento
indígena se expresó de nuevo con el levantamiento de Pacajes de 1914.
En 1917, igual que ocurrió con el último gobierno
conservador, llegó a la presidencia por la vía electoral José Gutiérrez Guerra,
un hombre tranquilo, más bien débil y con escaso ascendiente. Las pugnas entre
liberales nacidas ya en 1904 con Pérez Velasco, culminaron con la escisión
definitiva y el nacimiento del Partido Republicano en 1915, con figuras claves como el propio expresidente Pando y los futuros presidentes
Bautista Saavedra y Daniel Salamanca. El asesinato del Gral. Pando en 1917
abrió una brecha insalvable, el crimen nunca esclarecido se achacó al gobierno
y fue el san benito que ligó Gutiérrez desde el
comienzo de su mandato.
Gutiérrez impulsó la llamada educación indigenal que
era el primer esfuerzo por ocuparse de un tema central
que solo resolvería la revolución nacional. En 1920 voló el primer
avión en el país. Continuaron las obras de integración vial y se firmó el primer contrato de concesión de áreas para la explotación
petrolera con la norteamericana Richmond Levering en el departamento de Santa
Cruz.
En esos años comenzaron a surgir las primeras
organizaciones gremiales en el ámbito de los ferroviarios y gráficos, llegaron
incipientes las ideas anarquistas y socialistas y se organizaron las primeras
federaciones obreras locales. El fracaso de la gestión de Montes ante la
Sociedad de Naciones para reivindicar el mar y el
fallido juicio de responsabilidades al expresidente, descompuso definitivamente
el clima político.
Los republicanos.
Otros
hombres para un mismo sistema
En 1920 el proceso conspirativo infatigable de los
republicanos se tradujo en un golpe de estado ejecutado con mucha facilidad,
que llevó al poder a una junta compuesta por Bautista Saavedra, Manuel Ramírez
y José María Escalier. Casi veintiún años de gobierno ininterrumpido de los liberales terminó por agotar y debilitar a uno de los
dos partidos políticos más importantes de la historia republicana de Bolivia.
La llegada de los
republicanos al gobierno encontró a la nación bajo la égida del poder del
estaño. Patiño era ya a mediados de los años veinte
uno de los hombres más ricos y poderosos del mundo. El volumen de producción de sus minas de estaño era clave en el mercado mundial que
él mismo controlaba, sus intereses trascendieron nuestras fronteras y tocaron
varios países, su sede empresarial en Estados Unidos y Francia, era propietario
de minas en Malasia y fundiciones de estaño en Estados Unidos y Gran Bretaña y
del más importante complejo minero en el país. Con un record máximo de 48.000
toneladas producidas en un año, Bolivia se convirtió en el segundo productor
mundial de estaño, para entonces 22.000 obreros
trabajaban en las minas bolivianas.
Con una población de 2,1 millones de habitantes y su
principal ciudad La Paz con 135.000 almas en permanente y pujante crecimiento,
la sociedad comenzó a conocer los atisbos de una clase media urbana.
La junta convocó a una asamblea que eligió Presidente
de entre tres candidatos Saavedra, Salamanca y
Escalier. Como resultado de esa elección fuertemente
manipulada por Saavedra, surgió éste como Presidente y el Partido Republicano
Genuino de Salamanca como opositor. El gobierno de Saavedra estuvo signado por
la inestabilidad y la violencia, le tocó un periodo turbulento y no tuvo
contemplaciones para someter a los revoltosos. Las viejas reivindicaciones
federalistas de Santa Cruz inauguradas por Andrés Ibañez en el siglo pasado
resurgieron en un movimiento liderado por Cástulo Chávez que fue controlado. Se
vivieron también las masacres de Jesús de Machaca en 1921 en contra de
comunarios campesinos y la de Uncía de 1923 que fue la primera represión sangrienta
en la minería privada. Las condiciones económicas continuaron críticas e igual
que Montes, Saavedra apeló al crédito externo con el famoso y polémico
empréstito Nicolaus por 33 millones de dólares que permitió pagar deuda
anterior, reducir el déficit fiscal y culminar obras
de infraestructura como la conclusión del ferrocarril a la Argentina por la vía
de Villazón. Saavedra transfirió ilegalmente la concesión petrolera que en 1920
se le había dado a Levering, a la Standard Oil, empresa que entre 1922 y 1937
apenas invirtió 17 millones de dólares. El primer pozo
se perforó en 1922 y el primero productivo, el de Bermejo, en 1924.
El crecimiento del movimiento obrero se tradujo en la
creación de la Federación Obrera del Trabajo y en la primera gran huelga
ferroviaria de 1921. Pero el Presidente, cuya formación sociológica le permitió
vislumbrar los desafíos de su tiempo, impulsó y aprobó leyes como
la de accidentes de trabajo, la reglamentación de huelgas y de conflictos entre
el capital y el trabajo, la jornada de ocho horas, la regulación del trabajo de
mujeres y niños y el ahorro obligatorio pionero de la idea de pensiones y
jubilación. Esas medidas le generaron un importante respaldo popular y una
percepción distinta de la gente hacia el poder gubernamental. Aunque en general
Saavedra vivió la paradoja entre la represión y las medidas sociales de
avanzada. El fin de su gobierno coincidió con el
centenario de la republica que pasó casi desapercibido por el turbio clima
político de la época. Las elecciones de ese año le dieron el triunfo a Gabino
Villanueva del oficialismo. El Presidente celoso por la línea de independencia
de pensamiento de Villanueva apeló a una argucia legal y anuló la elección. Se
hizo cargo del mando interinamente el presidente del senado Felipe Segundo
Guzmán que convocó a elecciones. En enero de 1926 triunfó el candidato
republicano Hernando Siles.
Siles se desembarazó rápidamente de la figura de
Saavedra desterrando a su vicepresidente Abdón Saavedra, que era hermano del
exmandatario. Rodeado por un grupo de jóvenes intelectuales en los que
germinaban las ideas nacionalistas, creó el Partido Nacionalista con el que
intentó prorrogarse en el poder. Como su antecesor, el gobierno contrató un
crédito por 13 millones de dólares. Los republicanos marcaron el nivel más alto
de endeudamiento en el país en la primera mitad del siglo XX, con ese dinero
superó el déficit fiscal, continuó la construcción de infraestructura
ferroviaria y caminera y modernizó el parque bélico del ejército. La misión del
norteamericano Wálter Kemerer creó el Banco Central, estableció una ley de
presupuesto y creó la Contraloría para el control y fiscalización de la
administración estatal. Los proyectos de penetración al oriente tuvieron que
ver con la construcción del camino a Santa Cruz, y el plan Grether para la
colonización agrícola. En 1929 salió al aire la primera emisión radial en La
Paz a cargo de los hermanos Costas y radio Nacional.
También en 1929 Chile y Perú firmaron un tratado por
el cual Chile no podía ceder a un tercer país (Bolivia) territorios que habían
sido originalmente peruanos, con lo que se puso un cerrojo más a la demanda
marítima. En el Chaco boreal se produjo el incidente de fortín Vanguardia que
fue atacado por tropas paraguayas. En represalia Bolivia tomó los fortines
Boquerón y Mariscal López. En esa situación Siles
prefirió la negociación y la paz que se logró en esa oportunidad.
El intento errado de
prolongarse en el gobierno llevó a Siles al desastre. En mayo de 1930 renunció
y dejó el mando en manos de su gabinete para habilitarse en las elecciones. En
junio el gobierno fue derrocado por un movimiento militar apoyado por civiles,
el expresidente fue exilado y su casa saqueada.
Se instaló en el poder una junta militar presidida
por Carlos Blanco Galindo quien convocó a un referéndum para modificar la
Constitución en el régimen económico, la elección presidencial y los derechos y
garantías ciudadanos. El aporte crucial de este
gobierno, bajo la influencia de Daniel Sánchez Bustamante, fue la imposición de
la autonomía universitaria y una reforma educativa, particularmente en el
ámbito de la administración. Las elecciones fueron ganadas por los genuinos de
Daniel Salamanca.
La guerra del Chaco
La llegada de Salamanca al gobierno marca un terrible
camino en el destino de Bolivia. El Presidente creía que el país debía
redimirse en el Chaco. El conflicto limítrofe con Paraguay tenía que ver con
una región despoblada cuyos límites establecidos después de la independencia,
comenzaron a precisarse mediante tratados a partir de 1879. Se trata de un
triángulo con el río Parapetí al norte, el río Pilcomayo al oeste y el río
Paraguay al este, ambos cursos de agua hacen vértice
en la capital paraguaya, Asunción. Tras cuatro intentos
fallidos -Bolivia reivindicaba el territorio hasta el propio límite de Asunción
y Paraguay hasta el río Parapetí- el tema quedó en litigio hasta estallar
primero en 1928 y luego en 1932 con el combate por la laguna Chuquisaca
(Pitiantuta), que dio origen a la guerra en junio de 1932.
La guerra tuvo cuatro fases, la primera entre junio y
diciembre de 1932, ambos países se preparaban para el combate en gran escala,
fue la primera ofensiva boliviana y toma de los fortines paraguayos Toledo,
Corrales y Boquerón. En Boquerón el Tte. Cnel. Manuel Marzana y 650 soldados
bolivianos, escribieron una de las páginas más heroicas de nuestra historia
militar, defendieron por más de un mes el fortín
asediado hasta por 11.500 soldados paraguayos, que finalmente tomaron el fortín
defendido hasta el último aliento. La respuesta
paraguaya fue la retoma de los tres fortines y las victorias en Arce y
Alihuatá, apenas paliadas por la exitosa defensa de Kilómetro Siete bajo el
mando de Bernardino Bilbao Rioja. Estos hechos forzaron a Salamanca, bajo
presión popular, a llamar a Hans Kundt general alemán
que había estado varias veces en Bolivia, a quien le entregó el mando del
ejército.
La segunda fase de la guerra, diciembre
1932-diciembre 1933, fue de total ofensiva boliviana
con la toma de Platanillos, Loa, retoma de Toledo, Arce, Alihuatá y el avance
sobre Campo Jordán y Gondra. Su objetivo específico era la toma de Nanawa, el
fortín defensivo paraguayo más al sur al que llegaron los bolivianos. En julio de 1933, 9.000 soldados bolivianos atacaron a 9.000
paraguayos en Nanawa sin éxito, con más de 2.000 bajas bolivianas. Entre agosto
y diciembre de 1933 el comandante paraguayo Gral. José Félix Estigarribia
contraatacó y retomó Campo Grande, Alihuatá y Campo Vía, este último el peor desastre
militar boliviano en la guerra, con la caída de dos divisiones,7.500 hombres
con todo su armamento. Solo se salvó un destacamento de 3.000 hombres al mando
del Gral. Enrique Peñaranda. Salamanca destituyó a Kundt y bajo presión de los oficiales en el frente nombró comandante en jefe a
Peñaranda.
La tercera fase, diciembre de 1933 a enero de 1935,
fue de incesante ofensiva paraguaya, que logró de manera fulminante hacer
retroceder al ejército boliviano y llegó al río Parapetí tras haber tomado
Picuiba, Carandaití y el centro de operaciones Ballivián, previamente destruido
por los bolivianos. El mayor éxito nacional en ese periodo fue Cañada Strongest
con un saldo de 1.400 prisioneros paraguayos. En
noviembre de 1934, el Presidente Salamanca que había tenido pésimas relaciones
con el alto mando durante toda la guerra, fue derrocado cuando visitaba el
frente en Villamontes, rodeado por todo el mando en campaña que lo obligó a
dimitir. Su vicepresidente José Luis Tejada Sorzano se hizo de la presidencia.
La última fase del conflicto, enero a julio de 1935, fue la defensa de Villamontes organizada
exitosamente por el Cnel. Bilbao Rioja, que frenó en seco a Estigarribia y
salvó el petróleo boliviano. En julio del 35 se hizo
un acuerdo de alto el fuego y recién en 1938 se firmó la paz. La idea de que el
petróleo fue un móvil importante es relativa ya que nunca se encontró petróleo
en el Chaco. Paraguay contó en todo el conflicto con la ayuda argentina cuyos
intereses en territorio paraguayo eran muy importantes.
El péndulo entre viejo
orden y Revolución
La guerra dejó una terrible sensación de fracaso en el
país, pero sobre todo despertó una nueva conciencia en una sociedad que se
confrontó por primera vez en el campo de batalla con la realidad de sus diferencias étnicas y sociales, la clase media estuvo
cara a cara con la mayoría quechua aymara que no sabía por qué y por quien
peleaba. Simultáneamente, las corrientes de
pensamiento europeas, marxismo y fascismo penetraban en la sensibilidad de una
joven elite intelectual.
En este contexto, en mayo de 1936 se produjo el golpe
de estado protagonizado por el Cnl. David Toro que había integrado el mando en
la guerra, que marcó dos cosas, la intención de los militares de evitar
cualquier fiscalización de los civiles a su fracaso en la guerra y el giro
hacia ideas nacionalistas que serían decisivas en la historia del siglo XX. La
corriente abierta por Toro se definió como “socialismo
militar”, era en realidad una línea nacionalista no exenta de las ideas fascistas
en boga entonces. La medida fundamental de su gobierno fue la nacionalización
del petróleo, expulsando a la Standard Oil, fue la primera nacionalización que
se hizo en toda América Latina. Paralelamente creó Yacimientos Petrolíferos
Fiscales Bolivianos (YPFB), la empresa estatal del petróleo. Amplió
sustancialmente el número de ministerios, creó el ministerio de Trabajo y
colocó en el cargo a un obrero fabril, Waldo Álvarez, que aprobó el código de
trabajo e hizo la sindicalización obligatoria, creó también el ministerio de
Minas y Petróleos. Fue un salto importante en la lógica de una sociedad
excluyente y elitaria en el manejo del poder. Creó también, al estilo de la
Alemania nazi, el rubro de propaganda dependiente de RR.EE.
Era en un sentido mucho más abierto que el de Siles, la irrupción de una nueva
generación que se hacía cargo de los asuntos del estado. Los socialistas de
Enrique Baldivieso acompañaron a Toro en este esfuerzo. La caída de su gobierno
como un frágil castillo de naipes en julio de 1937,
hace pensar que estuvo siempre hipotecado a la fuerte personalidad y la
popularidad arrolladora de su protegido el Tte. Cnl. Germán Busch, héroe de
guerra, temerario y de carácter volatil. Llegó a la presidencia a los 33 años.
Busch demostró muy pronto que no era fácilmente
manejable y mantuvo la línea de Toro. No tuvo contemplaciones con los
opositores, desterró a Saavedra y sofocó un levantamiento de Toro fusilando a uno de los sublevados, llamó a palacio y golpeó sin
contemplaciones al viejo escritor Alcides Arguedas que lo criticaba. A su lado
se alinearon intelectuales de la talla de Baldivieso, Augusto Céspedes y Carlos
Montenegro. En su gobierno se firmó la paz con el Paraguay, en lo económico
tuvo que combatir un proceso de inflación moderada. El 24 de septiembre de 1938
creó el departamento de Pando consolidando la unidad política del país hasta
hoy.
En 1938 convocó a una asamblea constituyente para
modificar en esencia la Constitución de 1880 que solo había sufrido cambios parciales en 1921 y 1931. La asamblea reunió a una
generación distinta y fue tan importante como la del
80. Allí estuvieron Renato Riverín, Valdivieso, Céspedes, Carlos Medinacelli,
Fernando Siñani y los futuros presidentes Walter
Guevara y Víctor Paz Estenssoro. El nuevo texto cambió la orientación liberal
de la carta magna y subrayó la responsabilidad social del estado, limitó la
propiedad privada insertando el concepto de la propiedad como
derecho social, planteó la obligatoriedad de salud y educación por parte
estatal. Era el comienzo de la era del intervencionismo estatal.
En abril de 1939 se declaró dictador, el 7 de junio
de ese año dictó el decreto de obligación de entregar el 100 % de las divisas producto de las exportaciones al estado,
afectando a la gran minería. En agosto de 1939 se suicidó en su casa. La
sucesión fue resuelta por la fuerza del poder militar que instaló a Carlos
Quintanilla en el gobierno.
Rápidamente se dejó en suspenso el decreto del 100 % de las divisas y se autorizó la libre exportación. El Gral.
Bilbao, héroe de guerra y probable candidato presidencial, fue vejado y
exiliado del país. Las fuerzas conservadoras se organizaron para las elecciones
de 1940 y reunidas en la llamada concordancia, proclamaron candidato a Enrique
Peñaranda que ganó las elecciones frente a José Antonio Arze, marxista.
El periodo 1935-1941 fue rico en el ámbito político y
marcó el nacimiento de los partidos que sustituirían a
liberales y republicanos. En 1935 nació el Partido Obrero Revolucionario de
tendencia radical trotskista, en 1937 Falange Socialista Boliviana inspirada en
el fascismo y la falange española. En 1940 el Partido de Izquierda
Revolucionaria de inspiración marxista soviética y en 1941-42 el Movimiento
Nacionalista Revolucionario, nacionalista con alguna influencia fascista, que
se convertiría en el partido más importante del siglo XX.
Peñaranda llegó al gobierno coincidiendo con la
segunda guerra mundial, su gobierno se alió rápidamente a Estados Unidos e
indemnizó a la nacionalizada Standard Oil. a título de
contribución con los aliados, Bolivia tuvo que aceptar precios ridículos por el
estaño en un momento en que era el único productor mundial importante de
occidente, dado que Malasia estaba bajo control de los japoneses. Se adoptó el
plan de desarrollo planteado por el norteamericano Marvin Bohan y se creó la
Corporación Boliviana de Fomento.
Dos episodios mancharon gravemente esta gestión, el
putsch nazi, una trama hecha por un agente inglés para descalificar al MNR
acusando al Myr. Elías Belmonte de conspirar junto a la embajada alemana contra
el gobierno. En 1942 una huelga en Catavi-Siglo XX, mina de Patiño, desató una de las mayores masacres de la historia de la minería con
intervención del ejército. El saldo fue la muerte de por lo menos una veintena
de trabajadores y medio centenar de heridos. Nunca se conocieron cifras
oficiales. En diciembre de 1943, una alianza entre una logia militar radical
denominada Razón de Patria e integrada por jóvenes oficiales y el MNR, derrocó
a Peñaranda e impuso en la presidencia al Myr. Gualberto Villarroel.
Villarroel retomó la
línea de Toro y Busch y enfrentó muy rápidamente la hostilidad de Estados
Unidos que lo acusaba de simpatías por el nazismo. Tras seis
meses de ardua negociación, el reconocimiento vino tras obligar a la salida de
Montenegro y Céspedes del gabinete, figuras prominentes del movimientismo en el
gobierno. El ministro más importante de ese partido fue Víctor Paz Estenssoro
en Economía (el MNR estuvo fuera del gobierno entre abril y diciembre del 44).
En 1944 se creó la Federación de Mineros, liderada por Juan Lechín y en 1945 el
gobierno organizó el primer congreso indigenal, en el que se abolió el
pongueaje (régimen de explotación de los campesinos
que vivían en haciendas y eran usados gratuitamente por los hacendados). Las
tensiones políticas condujeron a algunas acciones conspirativas que produjeron
una brutal reacción del gobierno, que en 1944 asesinó fríamente en el camino a
Yungas a cuatro prominentes figuras, Luis Calvo, Félix Capriles, Rubén Terrazas
y Carlos Salinas, lo que se sumó al ajusticiamiento de 10 insurrectos en Oruro.
Estos hechos terminaron por debilitar y acorralar al gobierno. Las fuerzas de
derecha en peculiar alianza con el PIR, organizaron acciones permanentes de
protesta, hasta que el 21 de julio de 1946 una turba
invadió palacio, asesinó al Presidente y sus dos edecanes, lanzó el cadáver por
un balcón a la plaza y lo colgó de un poste de luz. Fue el episodio más
terrible en la historia de los presidentes de Bolivia.
El periodo 1946-1952 fue el último intento por el
restablecimiento del viejo orden, primero bajo una junta civil
presidida por Néstor Guillén y luego por Tomás Monje, ambos representantes de
la Corte de Justicia. La junta convocó a elecciones que ganó muy estrechamente
Enrique Hertzog sobre Luis Fernando Guachalla. Hertzog no pudo conjuncionar la
alianza conservadora, lo que provocó siete cambios de
gabinete en un periodo de algo más de dos años. El MNR estaba en plena
organización en sectores populares y en centros mineros.
El gobierno apenas pudo impulsar obras como la
carretera Cochabamba-Santa Cruz. Finalmente, presionado por las fuerzas
políticas tuvo que renunciar al cargo a favor de su vicepresidente Mamerto
Urriolagoitia aduciendo razones de salud.
Urriolagoitia actuó con dureza, congeló salarios y
prohibió el cierre de fábricas. En política internacional negoció sin éxito una
solución a la mediterraneidad que se quebró por el pedido de Chile de usar aguas del Titicaca para riegos en su parte norte.
Presidió el censo de 1950 que arrojó un resultado de tres millones de
habitantes, predominio rural, alto grado de analfabetismo y una población
aymara y quechua superior al 65 %. Todavía el oriente no mostraba signos de
crecimiento significativo, La Paz tenía ya 320.000 habitantes.
En 1949 el MNR se sublevó en todo el país y llegó a
organizar gobierno en Santa Cruz. La llamada guerra civil demandó una acción
violenta del ejecutivo que llegó a bombardear por aire Santa Cruz y Cochabamba.
Casi veinte días tardó en restablecer el orden. La convocatoria a elecciones en
1951 confrontó a las fuerzas tradicionales con el MNR. La candidatura de Paz
(que estaba exilado en la Argentina) y Hernán Siles Zuazo como
vicepresidente, obtuvo el triunfo por mayoría relativa frente a Gabriel
Gosalvez. Urriolagoitia se negó a aceptar siquiera que el parlamento se reúna
para elegir Presidente y dio un autogolpe, entregando el mando a las Fuerzas
Armadas que colocaron en la presidencia al Gral. Hugo Ballivián. Fue el
interregno final antes de la Revolución.
Ballivián convocó a elecciones, pero estas nunca se
realizaron. Una conspiración entre el ministro de Gobierno Antonio Seleme y el
MNR con Siles a la cabeza, transformó un golpe de estado en una insurrección
popular. Entre el 9 y 11de abril de 1952 se combatió fieramente en las calles
de La Paz y Oruro. El pueblo, los mineros de Milluni y
carabineros de la policía sumados a la rebelión, lograron derrotar al ejército
en heroicas acciones callejeras. El saldo del enfrentamiento fue 490 muertos y
casi 1.000 heridos.
La Revolución Nacional
El nuevo gobierno revolucionario del MNR instaló en
palacio a Paz y Siles. Las ideas gestadas en los años treinta y cuarenta
comenzaban a hacerse realidad.
El primer paso fue el decreto del voto universal el
21 de julio de 1952, con esta medida se rompía la
democracia excluyente y calificada del pasado, otorgando el voto a la mujer, a
los analfabetos y haciendo elegible a cualquier ciudadano mayor de edad. De
130.000 electores en 1951 se pasó a 960.000 en 1956.
El otro objetivo clave era tomar
el control total de la economía por la vía de descabezar a los tres grandes
mineros del estaño, se consideraba que solo un estado fuerte, dueño de sus
recursos naturales y de sus empresas de producción, podría desarrollar el país.
Por eso, el 31 de octubre de 1952 Paz firmó el decreto de nacionalización de
las minas, con lo que el 80 % de los ingresos de las
exportaciones y los recursos del subsuelo pasaron a poder del estado. Acto
seguido se creó Comibol la empresa minera estatal, se estableció el control
obrero con derecho a veto, se despidió y recontrató a todos los trabajadores lo
que le demando una fuerte erogación al erario.
En Agosto de 1953 se tomó la medida más trascendental
del gobierno revolucionario, la reforma agraria que devolvió la tierra a los
campesinos, de ese modo se incorporó a casi 2.000.000 de bolivianos a la
economía, como el voto los había incorporado a la
política. Fue un paso de liberación de la mayoría de los
bolivianos.
En 1955 se dictó un nuevo código de la educación. La
educación universal y obligatoria, la instalación de núcleos escolares rurales
para los campesinos, marcaron un giro fundamental que universalizó un derecho
esencial que había estado restringido y planteado
discriminatoriamente a partir de la idea de una educación especial para los
indígenas.
Otro de los objetivos básicos de la Revolución fue la
diversificación económica y la vertebración del país. La inauguración de la
carretera Cochabamba-Santa Cruz (la primera ruta asfaltada del país), permitió
un acceso al oriente que marcó el impulso de crecimiento de Santa Cruz de la
Sierra. Se construyó un ingenio azucarero, se impulsó la producción de petróleo
hasta lograr exportarlo con el oleoducto a Arica. Se
transfirieron fondos de Comibol para todo este proceso que si bien ayudaron a esta tarea, descapitalizaron a la empresa de la minería.
Junto a estas medidas se vivió el nacimiento de la
Central Obrera Boliviana (abril de 1952), la creación de
milicias mineras y campesinas, el cierre del colegio militar y la baja de más
de 500 oficiales para reorganizar el ejército. El colegio
militar se reabrió en 1954.
El costo de la Revolución fue alto, un proceso
hiperinflacionario que llevó al boliviano a devaluarse en un 900 % en los
cuatro años de gobierno de Paz. Los intentos de conspiración de FSB y sectores
dentro del propio MNR, condujeron a la adopción de medidas represivas sin
precedentes al abrirse campos de concentración en las minas y el altiplano,
donde se vejó y torturó a centenares de presos.
En 1956 se realizaron las primeras elecciones con
voto universal. Siles Zuazo obtuvo una abrumadora mayoría (82 %) ante el
impacto de las medidas de cambio sobre todo a favor de
los indígenas. Su tarea fue dura, implantar un programa de estabilización
monetaria que superase la crisis económica. Esto lo enfrentó a la izquierda del
MNR que se opuso al plan diseñado por el asesor norteamericano Jackson Eder. El
Presidente tuvo que iniciar una huelga de hambre para lograr su objetivo que
provocó la renuncia de Ñuflo Chávez, su vicepresidente. El plan tuvo éxito y la
moneda se estabilizó, manteniendo el tipo de cambio de
12 pesos por dólar hasta 1972. En este periodo se aprobó un nuevo código del
petróleo muy liberal para la inversión externa, se aprobó el código de
seguridad social y una ley de cooperativas.
La extraña muerte del jefe de FSB Oscar Unzaga de la
Vega, que se dijo se había suicidado en una casa donde se hallaba oculto y los
hechos de sangre de cuartel Sucre en La Paz y Terebinto en Santa Cruz,
mancharon el gobierno del Presidente Siles. En esos días se produjo la exitosa
lucha de los cruceños por las regalías del petróleo.
En 1960 se convocó a elecciones, las tensiones
internas del MNR llevaron a Paz a volver a candidatear para resolver el
conflicto entre izquierda y derecha, postergando las aspiraciones de Wálter
Guevara, quien rompió con su partido y creó el Partido Revolucionario
Auténtico, presentándose a elecciones. Paz ganó cómodamente y ocupó por segunda
vez el cargo. Paz pensó que después de los grandes cambios era necesario
institucionalizar la Revolución (el modelo mexicano fue permanente como ejemplo para los bolivianos). Su primera medida fue una
nueva Constitución (1961) que incluyó las minas nacionalizadas como patrimonio del estado, reconoció el voto universal y
las milicias populares y estableció la reelección. La crisis de Comibol, sujeta
a graves pérdidas y altos costos de producción por una
burocracia excesiva, baja de ley de mineral y obsolescencia tecnológica,
condujo al intento de reestructuración a través del plan triangular con la
participación del BID y el gobierno alemán. En 1962 se hizo conocer el plan
decenal, el primer plan que planteaba en el largo
plazo el desarrollo del país y establecía la premisa de lucha contra la
pobreza, en la lógica del desarrollismo bajo planificación estatal. Ese mismo
año un desvío arbitrario de las aguas del río Lauca
llevó a Bolivia a romper relaciones con Chile.
La idea equivocada de que él era el único que podía
conducir el plan decenal, llevó a Paz a ir a la reelección en 1964, lo que
dividió radicalmente a su partido y lo enfrentó con Siles, Guevara y Lechín.
Ganó la elección como candidato único con el Gral.
René Barrientos como vicepresidente, pero apenas tres
meses después, en noviembre fue derrocado por Barrientos y el Gral. Alfredo
Ovando, apoyados por las FF.AA., la oposición interna
del MNR y varios sectores de la clase media. Demasiados años de gobierno, altos
niveles de corrupción y un cierto distanciamiento con obreros
y mineros, terminaron con su gobierno.
En esos doce años la ayuda económica de los Estados
Unidos fue decisiva. Desde que en 1953 comenzó como
donaciones, hasta los créditos de los sesenta, la ayuda convirtió a Bolivia en
altamente dependiente, al punto que el tesoro vivía de esos créditos incluso
para poder pagar salarios de la administración pública.
Bajo el signo de las
Fuerzas Armadas
La revolución cubana (1959) había cambiado el
equilibrio de poder en América Latina y abrió espacios para movimientos
marxistas que intentaron la toma del poder. La respuesta
de Estados Unidos con Kennedy fue la Alianza para el Progreso, pero tras su
muerte fue la doctrina de seguridad nacional, que implicó gran respaldo a los
ejércitos latinoamericanos, preparación antiguerrillera y finalmente apoyo para
la toma del poder por parte de los militares como parte de una política
anticomunista.
El gobierno de René Barrientos nació en esa lógica y en la del desarrollismo que ya había inspirado
al MNR además de la doctrina de la CEPAL de proteccionismo y sustitución de
importaciones. El gobierno de Barrientos tuvo cuatro etapas. Noviembre
1964-mayo 1965 con una junta que él presidió, mayo-diciembre de 1965 con la
extraña figura de la co-presidencia que compartió con el Gral. Alfredo Ovando,
enero-agosto de 1966 con el interinato de Ovando y 1966-1969 gobierno
constitucional tras su triunfo electoral.
Barrientos jugó a dos puntas, enfrentamiento
implacable con obreros y mineros que pasó por la
rebaja y congelación salarial de 1965 y creación del llamado pacto
militar-campesino heredando el fuerte arraigo del MNR en el campo. Su perfecto dominio del quechua lo ayudó en esa tarea. Los
campesinos fueron la base de su respaldo popular. El interinato de Ovando
demostró que éste era más proclive al concepto del nacionalismo revolucionario
al firmar un contrato para la instalación de la primera fundición de estaño en
el país. Barrientos organizó un partido propio que tuvo la efímera vida de su
caudillo, se alió con viejos sectores desplazados por la Revolución y pequeños
partidos de escasa significación. En la lógica del desarrollo impulsó proyectos
como la presa hidroeléctrica de Corani, los caminos 1
y 4 de Cochabamba al Chapare que serían la base para la ruta nueva a Santa Cruz
y el contrato de explotación de mina Matilde por una empresa norteamericana,
además de la renovación del contrato con la Gulf que había llegado a Bolivia en
los años cincuenta. En febrero de 1967 se aprobó una nueva Constitución que
ratificó las incorporaciones de 1961, pero eliminó las milicias populares y la
reelección.
El aparato represivo se
oficializó con la ley de seguridad del estado y la creación de una unidad
“especializada”, el Furmod. El episodio más trágico de esos años fue la masacre
de San Juan, cuando unidades del ejército entraron a Siglo XX la noche de San
Juan de 1967 y dispararon contra los mineros, causando
la muerte de 27 trabajadores. El argumento fue que los mineros
se organizaban para apoyar a la guerrilla del Che.
La guerrilla de
Ernesto Che Guevara
En 1966 llegó a Bolivia el guerrillero
argentino-cubano Ernesto Che Guevara para organizar un foco guerrillero que se
expandiera en todo el surcontinente. Se estableció en Santa Cruz en la provincia
Cordillera en las proximidades del río Grande. El contingente de la guerrilla
era de 52 efectivos, la mayoría cubanos. Entre marzo y julio
de 1967 los guerrilleros inflingieron fuertes bajas al ejército, que ante la
contingencia fue entrenado por oficiales de los boinas verdes de los Estados
Unidos y creó la unidad especializada de los Rangers. En julio
una emboscada militar aniquiló una de las dos columnas guerrilleras y en
septiembre el cerco aisló al Che. El 8 de octubre el Che fue capturado y el 9
fue muerto por un oscuro suboficial por orden del Presidente Barrientos y los
comandantes Ovando y Juan José Torres. La victoria del ejército fue total y la
guerrilla fue destruida.
Militares entre la
derecha y la izquierda
El 27 de abril de 1969 el Presidente murió al chocar
su helicóptero contra cables de alta tensión en Arque (Cochabamba). Lo sucedió
su vicepresidente Luis Adolfo Siles Salinas. Siles llegó al mando sin poder
real y bajo la presión militar jefaturizada por Ovando. Disolvió el Furmod y
respetó escrupulosamente la Constitución, integró a Bolivia al Pacto Andino al
firmar el Acuerdo de Cartagena rumbo a una integración económica indispensable
para el desarrollo de la región. En agosto de 1969 se
inauguró el canal estatal de televisión que había sido planificado en el
gobierno de Barrientos.
La caída de Siles, fácilmente predecible, se produjo
en septiembre de 1969. En incruento golpe Ovando tomó el poder y organizó un
gabinete mixto entre jóvenes intelectuales de izquierda
-entre los que se destacaba Marcelo Quiroga Santa Cruz- y militares. La
medida trascendental de Ovando fue la nacionalización de la Gulf que revirtió
al estado los importantes campos gasíferos que permitieron en 1972 el contrato
de venta de gas a la Argentina. El gobierno abrió
relaciones con los países socialistas comenzando por la Unión Soviética. El
ministro José Ortiz Mercado presentó un proyecto de ley de bases del poder
ejecutivo y un plan de desarrollo que retomaba las líneas del plan decenal.
La gestión de Ovando se vio sacudida por la guerrilla
de Teoponte, un grupo de jóvenes cristianos y marxistas que se internaron en la
selva al norte de La Paz y fueron cazados como moscas
por el ejército hasta su aniquilación total. Las muertes de los esposos
Alexander, Jaime Otero y Jorge Soliz, que se le achacaron al gobierno,
debilitaron su sustento hasta que en octubre de 1970
se produjo la crisis. Un grupo de militares de derecha bajo el liderazgo del
Gral. Rogelio Miranda pidió la salida de Ovando, quien renunció, pero un golpe
de mano del Gral. Juan José Torres que tomó la base aérea de El Alto cambio las
cosas, los obreros con una huelga apoyaron a Torres
que tomó el poder después de un fugaz triunvirato militar instalado por Miranda.
Torres mantuvo la línea nacional-revolucionaria de
Ovando en medio de una creciente polarización del país y la acción
descontrolada de los sectores de la izquierda radical. La inauguración de la
fundición de estaño de Vinto, la reversión del contrato de mina Matilde y la
creación de las corporaciones de desarrollo, fueron
las escasas acciones administrativas de un régimen cercado por las posiciones
extremas. El cuarto congreso de la COB (mayo de 1970) propuso el camino al
socialismo y a los trabajadores como vanguardia de ese
proceso. En junio de 1971 esas ideas se llevaron a la práctica con la creación
de la Asamblea Popular que pretendía sustituir al parlamento (cerrado desde
1969), con la participación de mineros, fabriles,
campesinos, intelectuales y universitarios. La Asamblea presidida por Lechín
inauguró sesiones pero nunca pudo deliberar realmente.
Precisamente en 1971 se creó el Partido Socialista
bajo la conducción de Marcelo Quiroga Santa Cruz y el Movimiento de la
Izquierda Revolucionaria que jugaría un importante papel contra la dictadura de
Banzer y en la construcción democrática posterior.
A estas alturas las posiciones ideológicas eran
irreversibles, por un lado la izquierda cada vez más radicalizada, por la otra
la derecha respaldada por el sector más fuerte de las FF.AA.,
los empresarios, la creciente clase media urbana que temía una ruta
irreversible al comunismo, las dictaduras de Argentina y Brasil y por supuesto
los Estados Unidos. La toma de el periódico El Diario, las tomas de haciendas
en Santa Cruz a manos de Oscar Zamora Medinacelli de filiación maoista (fue
candidato vicepresidencial del Gral. Hugo Banzer en 1993), la expulsión del
Cuerpo de Paz y la liberación de Regis Debray (condenado a 30 años de cárcel
por su participación en la guerrilla del Che), terminaron por hacer estallar la
rebelión. El Cnl. Banzer logró aglutinar en torno suyo a los dos partidos más
importantes de entonces, el MNR de Paz Estenssoro (del que se había dividido el
MNRI de Siles Zuazo) y FSB.
El 19 de agosto de 1971 se produjo el golpe que
terminó el 21 de ese mes con el triunfo de los
insurrectos, el saldo sangriento tras los enfrentamientos en La Paz y Santa
Cruz fue de casi 100 muertos y medio millar de heridos. El nuevo gobierno
declaró ilegales a los partidos de izquierda, canceló el funcionamiento de la
COB y toda organización sindical, clausuró las universidades y envió al exilio
a centenares de bolivianos. En sus primeros años de gestión fue implacable y
férreo en su acción contra los opositores.
Banzer se inscribió en la cara militar del
nacionalismo, con el ingrediente fuertemente anticomunista de la época.
Estatista y desarrollista en economía, se vio
beneficiado por el extraordinario nivel de precios de las materias primas (el
estaño llegó a cotizarse en ocho dólares la libra fina) y una gran apertura de
créditos internacionales. Sobre esta realidad pudo mantener un nivel de
crecimiento económico muy alto que se reflejó en un promedio de 5.8 % de
crecimiento del PIB de manera sostenida entre 1971 y 1976 en que la economía
comenzó a declinar de manera preocupante. Previamente tuvo que devaluar la
moneda, lo que modificó el cambio después de 16 años y produjo una convulsión
social importante. El gobierno creó simultáneamente nuevas empresas productivas
estatales, (hilandería, aceites, automotriz, etc.) y una legislación de
apertura a la inversión externa como la ley de
inversiones y la de hidrocarburos. Con una proyección equivocada de crecimiento
de la producción petrolera, se lanzó a un proyecto de ampliación de exportaciones
que tuvo que suspenderse ante la demanda de consumo interno. En cambio, las
exploraciones demostraron que Bolivia es un país básicamente gasifero. La venta
de gas a la Argentina en 1972 representó un importante
ingreso para el erario nacional. Se produjo un boom de la construcción en
propiedad horizontal, particularmente en La Paz. Santa Cruz inició un despegue
económico sin precedentes, aunque con algunos proyectos
fallidos como el del algodón. Se llevaron adelante obras públicas de magnitud como la autopista La Paz-El Alto, la refinería de Palmasola,
varios edificios públicos de gran envergadura en la sede de gobierno, se
instalaron nuevos sistemas de telecomunicaciones y se compraron varios aviones
nuevos para el Lloyd Aéreo Boliviano. La inversión pública fue intensa, pero el
endeudamiento externo fue el más alto del siglo, al multiplicar la deuda en
casi seis veces. Se redactaron nuevos códigos que sustituyeron al paquete de
códigos dictado por Andrés de Santa Cruz, en materia civil, penal y de familia.
Se organizó el censo
de 1976 que estableció una población de 4,6 millones de habitantes, una
población urbana que se equilibraba progresivamente con la rural que aún era
mayoría con el 58 %, un notable crecimiento de la ciudad de Santa Cruz (290.000
habitantes) y un proceso importante de migración de los
Andes al oriente.
En noviembre de 1974 Banzer rompió con los partidos
que lo apoyaban, los excluyó del gobierno y se apoyó exclusivamente en el
respaldo de las FF.AA. La violencia desde el estado se
tradujo en la masacre de Tolata en 1974, con un saldo de varios muertos ante
las protestas por las medidas económicas del gobierno, el asesinato del Cnl.
Andrés Selich, ex ministro del Interior de ese mismo gobierno y la
participación de Bolivia en la llamada Operación Cóndor con las dictaduras de
Chile, Argentina, Uruguay y Paraguay, que generó una acción represiva común con
muertes y desapariciones. En 1976 fue asesinado en Buenos Aires el expresidente
Torres, la oposición acusó al gobierno de ser el autor
intelectual de ese crimen.
En 1975 el gobierno hizo la propuesta más seria de
solución al problema marítimo con Chile. Tras el abrazo con Augusto Pinochet en
Charaña, se reanudaron relaciones con ese país, la propuesta de un puerto al
norte de Arica con un corredor soberano para Bolivia fue rechazada por Chile y
las relaciones volvieron a suspenderse. En 1977, ante la presión interna y
externa, Banzer convocó a elecciones que ganó como
producto de un fraude monumental su delfín el Gral. Juan Pereda, frente a la
pujante Unidad Democrática y Popular, una coalición de izquierda liderada por
Siles Zuazo. Las elecciones fueron anuladas, Pereda respondió derrocando a
Banzer en julio de 1978.
La nación sin rumbo
El periodo entre 1978 y 1982 fue el más inestable y
caótico de toda la historia republicana de Bolivia con nueve presidentes en
cuatro años y medio, siete de facto y solo dos constitucionales. La secuencia
presidencial es: Gral. Juan Pereda (1978), Gral. David Padilla (1978-1979),
Wálter Guevara (1979), Cnl. Alberto Natusch (1979), Lidia Gueiler (1979-1980),
Gral. Luis García Meza (1980-1981), junta militar (1981), Gral. Celso Torrelio
(1981-1982) y Gral. Guido Vildoso (1982).
Otra vez se produjeron las tensiones entre el poder
militar y los sectores conservadores frente a las corrientes
democratizantes, pero sobre todo los partidos de izquierda en la idea de la
ruta al socialismo. La fuerza política que aglutinó a la sociedad civil fue la
UDP, formada por el MNRI, el MIR y el Partido Comunista, que ganó tres
elecciones consecutivas (1978 en que fue víctima de fraude, 1979 y 1980). Las
otras fuerzas importantes fueron el MNR ,el
recientemente creado partido de Hugo Banzer Acción Democrática Nacionalista
(1979) Y el PS1 de Marcelo Quiroga. El empate electoral de 1979 (UDP-MNR)
produjo un empantanamiento que llevó a la presidencia interina a Wálter Guevara
que fue derrocado apenas dos meses y medio después de posesionarse. El
delirante golpe de Natusch desbarató el notable éxito logrado por Bolivia en la
asamblea de la OEA en La Paz que representó el apoyo multilateral para la causa
marítima. Sectores del MNR y MNRI apoyaron a Natusch que estuvo apenas 16 días
en el poder, dejando un saldo de casi 200 muertos y medio millar de heridos en
las calles de La Paz. La presidencia interina de Lidia Gueiler que sustituyó a
Natusch tuvo como objetivo una nueva elección. En
diciembre de 1979 se vio obligada a devaluar la moneda y soportar una fuerte
presión popular.
En julio de 1980 llegó el
golpe de Luis García Meza, cuyos paramilitares en la toma de la COB asesinaron
a Marcelo Quiroga y dos dirigentes sindicales. García Meza abrió un periodo de
poder atrabiliario, corrupción sin límites y vinculación de importantes
ministros de estado con el narcotráfico, particularmente Luis Arce Gomez. En
enero de 1981 nuevas medidas económicas condujeron a una masacre con el
asesinato de ocho dirigente miristas acorralados por los agentes de Arce Gomez
ministro del Interior en una casa de La Paz. El gobierno de García Meza (derrocado
por presión popular en agosto de 1981) y sus sucesores llevaron las cosas a un
punto tan negro que afectaron seriamente el prestigio de las
Fuerzas Armadas. La única opción fue la convocatoria al congreso elegido en
1980 que ratificó la elección de ese año y permitió que Vildoso entregue la
presidencia a Hernán Siles Zuazo (octubre de 1982).
Democracia y estado
liberal
El gobierno de la UDP tuvo dos caras, estuvo signado
por la incapacidad de administrar la grave crisis económica que los militares
dejaron como herencia y por una vocación democrática
que salvó el difícil proceso que se iniciaba. Con minoría en el congreso, una
dura oposición de MNR y ADN y una presión insoportable de la COB y los
trabajadores al mando de Lechín, el ejecutivo se encontró huérfano,
adicionalmente el MIR en una muestra de inmadurez política abandonó el gobierno
a los pocos meses de haber impuesto a través de su
ministro Ernesto Aranibar la desdolarización que llevó al desastre a miles de
pequeños ahorristas.
En menos de dos años la situación económica tocó
fondo. La producción cayó en un 40 %, las exportaciones descendieron de 1.030 a
670 millones de dólares, el pib decreció hasta el límite de - 4,5 % en 1983, la
inflación pasó de 123 % en 1982 a 8.767 % en 1985. Las reservas monetarias
llegaron a cero. Las huelgas, bloqueos y marchas llegaron al paroxismo, el
Banco Central paró 51 días, le cortaron el agua y la luz al palacio de gobierno
y la casa presidencial. En marzo de 1984, 12.000 mineros
tomaron y paralizaron la ciudad de La Paz. En junio el Presidente fue
secuestrado por diez horas en un intento frustrado de golpe. La situación se
hizo insostenible, el Presidente Siles hizo una nueva huelga
de hambre sin éxito, la iglesia le pidió una actitud de desprendimiento que se
tradujo en la renuncia a un año de su mandato y la convocatoria a elecciones.
En 1985 Hugo Banzer ganó la elección por mayoría
relativa frente a Paz Estenssoro que obtuvo el segundo lugar. El caos económico
provocó un retorno del votante de la izquierda al centro y a la derecha. Pero
el congreso no ratificó a Banzer, eligió a Paz, por primera vez el segundo en
el voto era ungido Presidente.
Paz comenzó su gobierno con una frase dramática pero
real “Bolivia se nos muere”. Un equipo económico al
mando de Gonzalo Sánchez de Lozada (presidente del senado, luego ministro de
Planeamiento) diseñó un decreto con medidas económicas que se conoció para la
historia por su número, el 21060. Era el comienzo de una nueva política
económica en el país. El decreto planteaba una reducción del déficit fiscal
mediante el congelamiento salarial y un aumento radical del precio de la
gasolina (que cubrió en casi un 50 % los ingresos del tesoro por varios años),
el cambio real y flexible del dólar a partir del mecanismo del bolsín, una
subasta diaria de dólares en función de oferta y demanda, libre contratación,
reducción de personal del estado, liberalización total del mercado y reforma
tributaria. La medida fue rechazada por la COB que fue a la huelga,
el gobierno respondió con el estado de sitio y confinamiento de dirigentes
(Lechín terminó su carrera sindical renunciando en 1987 a la secretaría
ejecutiva de la COB). El peso que había llegado a cotizarse en 1.800.000 por
dólar fue sustituido por el boliviano, con seis ceros menos. Las medidas
tuvieron éxito gracias a una alianza entre Paz y Banzer (octubre del 85) en el
llamado Pacto por la Democracia que le dio al gobierno mayoría en el parlamento
y le permitió aprobar las leyes que requería.
En 1986 la brutal caída de los precios del estaño
forzó al gobierno al despido masivo de los mineros de
Comibol (casi 23.000), lo que provocó una marcha desde Oruro a La Paz de más de
10.000 trabajadores que mediante el estado de sitio fueron detenidos por el
ejército a medio camino. Fue el ultimo intento por salvar la minería
nacionalizada. La explosión de la actividad del narcotráfico y la plantación de
coca excedentaria que se había iniciado en la última etapa del gobierno de
Banzer, llegó a niveles muy graves en los gobiernos
militares de principios de los ochenta. La exportación de droga hacia los
Estados Unidos y Europa llevó las relaciones de Bolivia con Estados Unidos a un
grado de extrema dependencia y de condicionamiento por
el tema coca-cocaína. Esto impulso al gobierno a dictar la ley 1008,
instrumento implacable contra el tráfico de cocaína y producción ilegal de
coca, así como la intervención de militares de EE.UU.
en acciones absolutamente ineficaces contra el narcotráfico.
En 1987 se realizaron elecciones municipales,
recuperando una tradición rota por la Revolución de 1952. El fortalecimiento de
la democracia municipal fue clave para darle mayor poder directo al ciudadano.
Desde entonces los procesos electorales municipales se realizaron regularmente.
En 1988 nacieron dos partidos populistas, Conciencia
de Patria de Carlos Palenque un exfolklorista y notable comunicador que logró
aglutinar a su alrededor a los sectores más desposeídos del occidente de
Bolivia y Unidad Cívica Solidaridad de Max Fernández, empresario cervecero que
sobre la base del poder de la CBN logró un respaldo de voto importante en
sectores populares del valle y los llanos del país.
Paz Estenssoro terminó su gobierno habiendo logrado
derrotar la hiperinflación y estabilizar la economía, una tarea que parecía
imposible al iniciar su gestión, aunque el costo social traducido en un alto
desempleo y un bajo nivel adquisitivo de los salarios
fue muy alto. Las elecciones de 1989 contaron con un inesperado candidato,
Gonzalo Sánchez de Lozada del MNR que ganó las elecciones por corto margen a
Hugo Banzer. La ulterior elección en el congreso dio lugar a una sorprendente
alianza entre Banzer y Jaime Paz Zamora, jefe del MIR, antiguos enemigos
ideológicos aparentemente irreconciliables. Esa alianza le dio la presidencia a
Jaime Paz que llegó al mando de la nación a pesar de
haber sido tercero con apenas el 19 % de los votos populares.
El gobierno de Paz Zamora fue de sostenimiento,
mantuvo la estabilidad económica y logró un crecimiento promedio del 3.4 % del
pib, el más alto en los últimos quince años. La estructura de
las exportaciones cambió, pasó de la casi exclusividad de minerales
(estaño, zinc, tungsteno, plomo y plata) al gas en los años ochenta y a los
llamados no tradicionales en los noventa, fundamentalmente soya y en menor
medida madera. El gobierno no se atrevió a encarar su mayor desafío, un proceso
de privatización que anunció y no realizó. El tropiezo mayor fue la concesión
del litio en el salar de Uyuni que no se hizo ante presión de sectores
radicales de los comités cívicos.
En 1992 se realizó el censo de población y vivienda,
arrojando un total de 6.4 millones de habitantes, una mayor población urbana
que rural (57-43 %) y un crecimiento espectacular de Santa Cruz, consolidada como segunda ciudad del país y primera economía de la
nación. El analfabetismo que en 1950 era superior al 70 % había caído al 20 %.
Comenzó a ser importante el
tema de la defensa de la ecología que requirió de una nueva legislación en este
ámbito, como la ley de medio ambiente de 1992 y el reconocimiento de los
derechos de los indígenas del oriente tras las marcha por el territorio y
dignidad (1990), que estableció el concepto de territorios indígenas en esa
región del país.
Los acuerdos políticos de 1992 permitieron la
sustitución de una Corte Electoral seriamente cuestionada y el nombramiento de
una nueva, que garantizó desde entonces elecciones limpias y libres de toda
sospecha. Se comprometió también la aprobación de modificaciones a la
Constitución política y se establecieron las bases de una reforma educativa. En
el ámbito de la lucha contra las drogas, Paz Zamora planteó la idea de que coca
no es cocaína, lo que lo enfrentó a Estados Unidos. Un nombramiento equivocado
del jefe de la fuerza contra las drogas (FELCN), determinó la intervención
abierta del embajador de Estados Unidos que obligó al Presidente a destituir a
ese funcionario, al ministro del Interior y al comandante de la policía. Años
después EE.UU. le quitó su visa de ingreso por
supuestas vinculaciones con el narcotráfico. A fines de 1990 en un operativo
para rescatar al empresario secuestrado Jorge Lonsdale, la policía mató a
sangre fría a tres terroristas del grupo Néstor Paz Zamora que hicieron el
secuestro, además de torturar y matar a otro terrorista en prisión.
En las elecciones de 1993 triunfó por segunda vez,
pero en esta ocasión con holgura Gonzalo Sánchez de Lozada, frente a Hugo
Banzer. El gobierno de Jaime Paz, aliado con ADN, estaba muy desgastado y acusado
de creciente corrupción. Sánchez de Lozada y el MNR, presentaron un ambicioso
programa de cambios estructurales que buscaban
consolidar el giro de Bolivia a la economía de mercado. Para ello se alió con
UCS y con el MBL de Antonio Araníbar y Miguel Urioste. Los tres pilares
fundamentales del programa eran la capitalización, la participación popular y
la reforma educativa.
La capitalización implicó la venta del 50 % de las
acciones de las seis principales empresas del estado,
YPFB, ENFE (ferrocarriles), ENDE (electricidad), ENAF (fundiciones), ENTEL
(telecomunicaciones) y LAB (línea aérea). Este proceso representó un ingreso de
1.671 millones de dólares por el 50 % de esas empresas, el otro 50 % se destinó
a inversión social directa traducida en acciones para todos los bolivianos
mayores de 21 años en 1995 y en el pago a todos los mayores de 65 años de un
bono anual individual denominado bonosol, el primero y único se pagó en 1997
por una valor de 248 dólares. Acusado de ser una
medida electoral, el bono fue suspendido en el gobierno del Presidente Banzer.
La participación popular se transformó en una ley que
implicaba la territorialización de los municipios (se
establecieron 311 en el país), se repartieron fondos de la participación que
salían de un 20 % de los ingresos nacionales y del 100 % de los ingresos
municipales, los fondos del estado central se repartían en función de la
población de cada municipio. Esto representó la posibilidad del ciudadano de
administrar los fondos de su municipio y decidir sobre ellos. Municipios que
antes recibían unos pocos miles de bolivianos pasaron a recibir millones (Villa
Tunari por ejemplo, que en 1993 no recibía ni un peso
del erario nacional, en 1994 recibió 1.2 millones de bolivianos).
La reforma educativa estableció cambios
administrativos, incluyó a los padres en el proceso de fiscalización,
estableció la educación intercultural y bilingüe, la transversalidad del
currículo y una racionalización en el magisterio. Las medidas fueron duramente
combatidas por la oposición y el sindicalismo y obligaron a Sánchez a dictar el
estado de sitio para imponerlas.
Adicionalmente, el gobierno estableció la
descentralización administrativa con la creación de consejos departamentales y
la desaparición de las corporaciones de desarrollo, la
reforma de pensiones que pasó al ahorro individual y aprobó las reformas a la
Constitución que incluyeron dos nuevos tribunales, el Constitucional y el
Consejo de la Judicatura, además de la Defensoría del Pueblo, el mandato
presidencial de cinco años y la mitad de los diputados elegidos
uninominalmente. En el ámbito de la justicia se hicieron importantes
modificaciones al código penal y se eliminó la prisión por deudas y estableció
la ley de fianza juratoria. También se aprobó la ley del Instituto de Reforma
Agraria (INRA) que fue el paso más importante desde la reforma agraria del 53,
reconociendo a las comunidades originarias y estableciendo impuestos
a la mediana y gran propiedad entre otras medidas.
El juicio a Luis García Meza iniciado en 1986 e
impulsado por el abogado Juan del Granado, terminó en 1993 con su condena a 30
años, el fallo comenzó a cumplirse cuando el exgeneral prófugo fue detenido en
Brasil y extraditado a Bolivia. A fines de 1996 se produjo una acción policial
con un saldo trágico de 11mineros y un capitán de policía muertos, el operativo
manejado irresponsablemente se hizo para recuperar para sus
propietarios las minas de Amayapampa y Capacirca, tomadas ilegalmente por los
trabajadores.
En el periodo 1982-2000 se hizo énfasis en la
infraestructura vial con obras como la terminación de
la carretera Cochabamba-Santa Cruz (que pocos años después presentó serios
problemas geológicos en uno de sus tramos), el asfaltado Patacamaya-Tambo
Quemado que une al país con Arica y La Paz-Desaguadero. También se hicieron
aeropuertos nuevos como el de Santa Cruz (Siles) y
Cochabamba (Sánchez, Banzer). Uno de los proyectos más importantes que se
cristalizó en esta etapa fue la construcción de un gasoducto entre Bolivia y
Brasil para suministrar gas a los mercados de Sao Paulo y Porto Alegre. Fue la
mayor inversión económica encarada en Bolivia, solo el lado boliviano demandó
550 millones de dólares. Pactado por Paz Zamora, construido en el gobierno de
Sánchez de Lozada e inaugurado por Banzer. La venta de
gas a Brasil representará importantes ingresos económicos al país.
En 1997 se convocó a nuevas elecciones que ganó Hugo
Banzer con el 22 %, por encima de Juan Carlos Durán del MNR y Remedios Loza de
Condepa. Banzer se alió con el MIR, UCS, Condepa y NFR (nuevo partido creado
por el alcalde de Cochabamba Manfred Reyes Villa). En setiembre de 1997 convocó
a un diálogo nacional del que salió una propuesta programática basada en cuatro
pilares. Dignidad pilar relativo a la erradicación
total de la coca excedentaria, programa que lleva adelante con gran éxito,
oportunidad pilar vinculado al crecimiento económico, con una meta de
crecimiento del 7 % al final del mandato, equidad pilar relativo a la lucha
contra la pobreza e institucionalidad pilar referido al fortalecimiento del
sistema judicial y de la democracia. En este campo se nombró una nueva Corte
Suprema, a los miembros del Tribunal Constitucional, Consejo de la Judicatura y
a la Defensora del Pueblo.
El gobierno afrontó una severa crisis económica en
1999 que lo obligó a dictar una ley de reactivación económica con la esperanza
de revertir un indicador de crecimiento muy bajo para ese periodo. En 1998
prescindió de Condepa y en el 2000 del NFR.